Tras perder a la madre en un trágico accidente de bicicleta, la familia de Mimi se desmorona. No hay consuelo ni para el padre, que realiza sus actividades diarias como un autómata, ni para los hijos, Mimi y sus hermanos, quienes dan muestras de un desconcierto triste que no parece tener fin, expresado en la redacción de un diario por parte de la hermana mayor, la dedicación obsesiva a la percusión del pequeño de la casa, el abatimiento con que Mimi afronta el día al día y el abandono que sufre Bengala, la perrita de la casa. La situación se desborda el día en que uno de los miembros desaparece, provocando una reacción que marcará un cambio de rumbo en la vida cotidiana de la familia. Newman acierta a mostrar con naturalidad y delicadeza el drama de la pérdida, cómo la existencia cambia inexorablemente cuando fallecen las personas que amamos. Pero también la forma en que la vida se impone, sacando a flote una tímida esperanza que logra que la existencia vuelva a tener sentido.
Tras perder a la madre en un trágico accidente de bicicleta, la familia de Mimi se desmorona. No hay consuelo ni para el padre, que realiza sus actividades diarias como un autómata, ni para los hijos, Mimi y sus hermanos, quienes dan muestras de un desconcierto triste que no parece tener fin, expresado en la redacción de un diario por parte de la hermana mayor, la dedicación obsesiva a la percusión del pequeño de la casa, el abatimiento con que Mimi afronta el día al día y el abandono que sufre Bengala, la perrita de la casa. La... Seguir leyendo
Mimi
Lunes: 149 días desde que murió mamá
Los lunes toca casa de la abuela. Allí es adonde voy al salir del colegio. Pero siempre visito primero la tienda de la señora Lemon, para comprar una chocolatina con lo que me queda de dinero del almuerzo, y la señora Lemon siempre dice:
- ¿Qué es lo que puedo hacer hacer hoy por mi buena amiga la señorita Mimi?
- Quisiera una chocolatina Spiff, por favor, señora Lemon.
- Marchando una chocolatina Spiff, jovencita... y unos caramelos solo para ti.
Y estiro la mano, y la señora Lemon pone tres o cuatro caramelos de la caja de chucherías en mi palma y me cierra los dedos en un puño. La señora Lemon me ha estado dando caramelos gratis cada día desde que mamá murió.