El bien común al servicio de los intereses particulares, aprovechando la estupidez humana y el aldeanismo de quienes deberían velar por el bienestar de todos. Un escueto resumen con el que damos cuenta de la trama de esta narración breve de Julio Verne, perteneciente al libro de relatos El doctor Ox (1874), que ahora edita como pieza separada Sd.edicions. Frente al tono sombrío de la ibseniana pieza teatral Un enemigo del pueblo o de la novela El hombre invisible de Wells (obras publicadas también en el último cuarto del XIX y con las que guarda ciertas concomitancias temáticas), nuestro autor propone una disparatada sátira de costumbres, esa suerte de humor malicioso que ayuda a sobrellevar el escepticismo acerca de la condición humana. El desarrollo de la Ciencia -cuyas posibles y temibles derivas se intuían en tiempos de Verne-, el afán de lucro como motor de la existencia y la falta de escrúpulo moral en la consecución de un objetivo, conforman una tríada desoladora, que el autor sirve envuelta en una delirante trama. Los grabados de corte romántico realizados por Froelich que ilustran esta edición pertenecen a la original francesa. Entretenimiento y crítica social a partes iguales.
El bien común al servicio de los intereses particulares, aprovechando la estupidez humana y el aldeanismo de quienes deberían velar por el bienestar de todos. Un escueto resumen con el que damos cuenta de la trama de esta narración breve de Julio Verne, perteneciente al libro de relatos El doctor Ox (1874), que ahora edita como pieza separada Sd.edicions. Frente al tono sombrío de la ibseniana pieza teatral Un enemigo del pueblo o de la novela El hombre invisible de Wells (obras publicadas también en el último cuarto del XIX y... Seguir leyendo
Una fantasía del doctor Ox
I. DONDE SE DECLARA INÚTIL BUSCAR, INCLUSO EN LOS MEJORES MAPAS, LA CIUDAD DE QUIQUENDONE
Si busca usted en un mapa de Flandes, antiguo o moderno, la pequeña ciudad de Quiquendone, es probable que no la encuentre. ¿Es, pues, Quiquendone una ciudad desaparecida? No. ¿Una ciudad del futuro? Tampoco. Existe a pesar de los geógrafos, y eso desde hace entre ocho y novecientos años. Cuenta incluso con dos mil trescientas noventa y tres almas, admitiendo un alma por cada habitante. Está situada a trece kilómetros y medio al noroeste de Oudenaarde y a quince kilómetros y cuarto al sudeste de Brujas, en pleno Flandes. El río Vaar, pequeño afluente del Escalda, pasa bajo sus tres puentes, todavía recubiertos con una antigua techumbre medieval, como en Tournai. Se puede admirar un viejo castillo cuya primera piedra fue colocada en 1197 por el conde Balduino, futuro emperador de Constantinopla, y un ayuntamiento con ventanas de medio punto góticas, coronado por una sucesión de almenas, que domina una atalaya de torretas que se eleva a trescientos cincuenta y siete pies por encima del suelo. Cada hora se puede oír un carillón de cinco octavas, verdadero piano aéreo cuyo renombre sobrepasa el del célebre carillón de Brujas.