Si el mundo que nos rodea no te convence, lo mejor es dar la vuelta a todos los conceptos. José del Revés tiene interiorizada esta divertida costumbre, convencido de que la vida sin sorpresas es un tostón. Está aprendiendo a dormir con los ojos abiertos y de día, al igual que ya baja las escaleras del revés o cumple de forma contraria los recados. Sus padres, desesperados y poco comprensivos con esta idea, envían a Tagurpidi a Delrevés-Josevilla junto a su tío, un reputado delrevesista, para tratar de enseñarle lo caótico que puede ser el mundo bajo esta premisa. Existen tres finales diferentes para la historia y el lector debe escoger con cuál se queda. Se trata de una inteligente y original crítica social que escapó a los censores soviéticos en el siglo XX y encumbró a Pärn como uno de los más geniales historietistas y animadores estonios. La obra, irreverente, muy divertida y, por momentos, políticamente incorrecta, está estructurada en viñetas que, en algunos tramos, están acompañadas de la voz del narrador en extensos textos distribuidos en los márgenes. Los dibujos, feístas y en la línea surrealista del guion, poseen sin embargo el inimitable carisma de las obras únicas e irrepetibles. Como otros cómics dirigidos al público infantil publicados por esta editorial, en las guardas se incluye una acertada miniguía con consejos para padres y educadores acerca de cómo leer cómics con los niños. Imprescindible.
Si el mundo que nos rodea no te convence, lo mejor es dar la vuelta a todos los conceptos. José del Revés tiene interiorizada esta divertida costumbre, convencido de que la vida sin sorpresas es un tostón. Está aprendiendo a dormir con los ojos abiertos y de día, al igual que ya baja las escaleras del revés o cumple de forma contraria los recados. Sus padres, desesperados y poco comprensivos con esta idea, envían a Tagurpidi a Delrevés-Josevilla junto a su tío, un reputado delrevesista, para tratar de... Seguir leyendo
Tagurpidi
Había una vez un niño al que todos llamaban José del Revés, o Tagurpidi, que para el caso es lo mismo en la lengua de los estonios, unos sujetos muy suyos que viven allá arriba, a tiro de piedra del Polo Norte.
Era este un nombre que se había ganado a pulso: siempre que hacía algo, José trataba de hacerlo del revés.
- Pepe, Pepe... -le decían-, ¿por qué no haces las cosas como todo el mundo?