Khadija Hamdi destaca en el prólogo la vital importancia que tiene la conservación del patrimonio cultural del pueblo saharaui, del que forman parte esencial los cuentos que han ido transmitiéndose de generación en generación a través de la narración oral. Ana Herreros, consciente de su valor, escuchó y grabó cientos de historias entre las mujeres (auténticas bibliotecas vivas de aquella zona), para evitar su desaparición y salvaguardar la memoria de sus antepasados. Ahora podemos disfrutar de todas esas fábulas, que reflejan muy bien algunos de los valores y la identidad de esta comunidad, a lo largo de treinta pasajes. Relatos que además pueden ampliarse gracias a la selección de textos incluidos en la parte final, junto a un código BD que permite conocer más de cerca el proyecto inicial del que surge este libro. Las imágenes son collages compuestos por el ilustrador Tornero junto a un grupo de niños que participaron en distintos talleres de creación artística en diferentes colegios y bibliotecas. El apartado Hoja de ruta explica con detalle cómo se desarrolló todo el proceso y los profesionales que han colaborado tanto en la traducción como en la recopilación final, entre los que se incluye al escritor Gonzalo Moure, siempre con el objetivo principal de “dar voz a quienes no la tienen”.
Khadija Hamdi destaca en el prólogo la vital importancia que tiene la conservación del patrimonio cultural del pueblo saharaui, del que forman parte esencial los cuentos que han ido transmitiéndose de generación en generación a través de la narración oral. Ana Herreros, consciente de su valor, escuchó y grabó cientos de historias entre las mujeres (auténticas bibliotecas vivas de aquella zona), para evitar su desaparición y salvaguardar la memoria de sus antepasados. Ahora... Seguir leyendo
Los cuentos del Erizo y otros cuentos de las mujeres del Sáhara
Había una vez un erizo, un burro y un carnero que se plantaron un huerto y se fueron a vivir a él. Se llevaron también a una mujer para que los ayudase en su nueva vida.
Un día el burro dijo a sus compañeros:
- Mañana tengo que salir a rebuznar por ahí, ya no puedo más.
Y el carnero le respondió:
- Yo me voy contigo, que necesito encontrar un arbusto y darle unas cuantas sacudidas con mis cuernos.
- Pues yo me quedo aquí cuidando el huerto -añadió el erizo.