Juan Berrio sabe retratar como nadie los pequeños instantes cotidianos y los sentimientos más puros, a través de sus dibujos capta, con la limpieza de los mejores artistas de la línea clara, el trasfondo de las emociones, las palabras nunca dichas, los recuerdos, el ocaso de las relaciones y, por supuesto, la luz que se cuela entre las calles de Madrid o a través de las ventanas de cada casa en la que sitúa sus escenas. Secuenciada en siete pasos, la historia de Elena es la de miles de jóvenes porque es el relato de las emociones cuando aún brotan en estado puro. La protagonista probablemente nos habla de su primer amor, una relación que se evapora y parece insalvable, aunque al mismo tiempo comienzan a abrirse nuevas perspectivas en su vida. Preocupada y algo cansada de la incoherencia vital de Jorge, decide instalarse en casa de unos amigos hasta aclarar la situación. Ese traslado provoca nuevos encuentros, reencuentros, algunos recuerdos y cálidas tardes de película y sillón en la mejor compañía. Una bella crónica emocional, directamente emparentada con el cine de la Nouvelle Vague, para saborear en pequeños sorbos, con ritmo sosegado, y curar heridas.

Juan Berrio sabe retratar como nadie los pequeños instantes cotidianos y los sentimientos más puros, a través de sus dibujos capta, con la limpieza de los mejores artistas de la línea clara, el trasfondo de las emociones, las palabras nunca dichas, los recuerdos, el ocaso de las relaciones y, por supuesto, la luz que se cuela entre las calles de Madrid o a través de las ventanas de cada casa en la que sitúa sus escenas. Secuenciada en siete pasos, la historia de Elena es la de miles de jóvenes porque es el... Seguir leyendo