Los padres de los ratones que acuden a la escuela dirigida por el búho Elvis exigen que las clases también estén abiertas los domingos para poder conciliar su vida recolectora. Así, de forma inesperada, tanto él como la maestra, la comadreja Emma (tranquilos todos los amantes de los roedores, ella es vegetariana y el coordinador del colegio tiene tareas más importantes que realizar que devorar animalillos); se encuentran ante la obligación de instruir durante la larga jornada de descanso a trece inquietos alumnos. Tras un fallido intento por realizar una excursión por el bosque, territorio que conocen ya demasiado bien, deciden visitar la ciudad, una "salida escolar" que estará trufada de situaciones tan divertidas como incontrolables para los responsables. Y es que las calles de Villanueva, como las de cualquier otra urbe, están llenas de "sugerentes" cubos de basura, buzones para esconderse, e incluso de amigos con los que reencontrarse. También habrá tiempo para disfrutar de nuevas experiencias (como la música del rapero C. Ratana) durante la visita a la casa en la que transcurre buena parte de la trama. Un divertido argumento, con numerosos guiños humorísticos a literatos, cantantes e incluso poetas griegos, que duplica su atractivo gracias al trabajo del artista y diseñador gráfico Marc Boutavant, a quienes los fans de la exitosa serie Perro Apestoso conocen bien. Ideal para lectores/as que comienzan a dar sus pasos autónomos en el hábito lector.
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Escuela de ratones
La escuela de ratones abría los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábados... ¡y ya! La mayoría de las escuelas cierran al menos un día a la semana, o eso creo. Pero hay que reconocer que esta escuela era un tanto peculiar. Para empezar, estaba instalada en una canoa. El director era un búho y la maestra una comadreja: dos animales que suelen ocupar su tiempo cazando ratoncillos, en lugar de ocuparlo en enseñarles las tablas de multiplicar.