La tierra es yerma, parca en alimentos y condiciones adecuadas para vivir con tranquilidad. Por eso el protagonista decide, tras observar las características que ofrece el cercano mar, construir un barco que le permita surcar el océano y aprovechar esa aparente oportunidad que le ofrecen sus aguas. La única moneda que hay que pagar a cambio es la del coraje y la valentía necesarias para llevar a cabo tal empresa. Pero el pueblo acude a su ayuda y, poco a poco, verá más cerca la posibilidad de cumplir el objetivo, a pesar de que es consciente de que las olas no son siempre buenas amigas, y saciar sus carencias. Mecida por las sugerentes ilustraciones de la ilustradora mexicana, ganadora del VII Catálogo Iberoaméricailustra de Fundación SM y FIL Guadalajara, el relato tejido por el añorado premio Nobel alcanza un valor poético que cala, como la brisa de ese mar evocado, al lector hasta emocionar.
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La tierra es yerma, parca en alimentos y condiciones adecuadas para vivir con tranquilidad. Por eso el protagonista decide, tras observar las características que ofrece el cercano mar, construir un barco que le permita surcar el océano y aprovechar esa aparente oportunidad que le ofrecen sus aguas. La única moneda que hay que pagar a cambio es la del coraje y la valentía necesarias para llevar a cabo tal empresa. Pero el pueblo acude a su ayuda y, poco a poco, verá más cerca la posibilidad de cumplir el objetivo, a... Seguir leyendo
El primer barco
Antes de construir el primer barco,
el hombre se sentó en la playa a mirar el mar.
Allí estuvo todo un día y toda una noche, para ver como subía y bajaba la marea, para saber cómo se alzaban las olas frente a la costa.