En esta tercera y última entrega que cierra una etapa, Santi vuelve al país que dibujó al reclamo de sus criaturas. Generosamente y con un sentido de la responsabilidad ejemplar, trata de solucionar problemas tan peliagudos como el de enseñar a sus monigotes cómo gobernarse democráticamente. Con un cálido acercamiento a la psicología infantil, el autor nos regala un libro imaginativo, divertido, tierno y con más calado de lo que a simple vista puede parecer. En cuanto a sus ingenuas ilustraciones, son ni más ni menos las que la historia precisa. En esta tercera y última entrega que cierra una etapa, Santi vuelve al país que dibujó al reclamo de sus criaturas. Generosamente y con un sentido de la responsabilidad ejemplar, trata de solucionar problemas tan peliagudos como el de enseñar a sus monigotes cómo gobernarse democráticamente. Con un cálido acercamiento a la psicología infantil, el autor nos regala un libro imaginativo, divertido, tierno y con más calado de lo que a simple vista puede parecer. En cuanto a sus ingenuas ilustraciones, son ni más ni menos las que la historia precisa.

Adiós al cuaderno de hojas blancas

Santi había terminado el segundo curso de Primaria con buenas notas. Sus padres estaban muy contentos y le regalaron una bici. Además se fueron a pasar con él un día entero en el parque de atracciones. Lo que más le gustó a Santi fue el descenso por el torrente de agua, aunque su padre salió empapado y con algo de mal humor. Menos mal que luego se sacó una jirafa de peluche tirando al blanco.