En esta nueva entrega de las aventuras de Judy Moody el fresco sentido del humor y la naturalidad salpican todas las situaciones. Los protagonistas conectan a la perfección con el lector porque le plantean argumentos y problemas que le resultan muy cercanos y le permiten reconocerse en las reacciones, reflexiones, errores e incluso sentimientos de Judy y sus amigos. Con un lenguaje sencillo y directo, pero no por ello vulgar, McDonald construye con habilidad una trama divertida en la que se intercalan con un ritmo trepidante los cambios de estado de ánimo, los conflictos y los acuerdos. En esta nueva entrega de las aventuras de Judy Moody el fresco sentido del humor y la naturalidad salpican todas las situaciones. Los protagonistas conectan a la perfección con el lector porque le plantean argumentos y problemas que le resultan muy cercanos y le permiten reconocerse en las reacciones, reflexiones, errores e incluso sentimientos de Judy y sus amigos. Con un lenguaje sencillo y directo, pero no por ello vulgar, McDonald construye con habilidad una trama divertida en la que se intercalan con un ritmo trepidante los cambios de estado de ánimo, los conflictos y los acuerdos.

Judy Moody. La vuelta al mundo en ocho días y medio

La niña tenía un bloc y un portabloc. La niña llevaba una falda azul a cuadros como de uniforme escolar, y no uno sino DOS relojes. La niña tenía un lápiz detrás de la oreja. La niña llamaba bastante la atención por sus gafas de color verde azulado.
La niña llegó hasta la mesa de Judy Moody en el comedor y se dejó caer en una silla justo al lado de Rocky y Frank, los amigos de Judy. Ella, NO Judy Moody, parecía que estaba de un humor periodístico.
«Pero bueno, ¿quién será esa niña de gafas que se da tanta importancia?», se dijo Judy.