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Lóguez sigue apostando por un catálogo sin fecha de caducidad

 

Lorenzo Rodríguez y Maribel G. Martínez son los responsables de Lóguez Ediciones, la editorial dedicada a la literatura infantil y juvenil que fue creada en 1977 con la ilusión de “renovar profundamente los contenidos y la estética del libro dirigido a los más jóvenes”.

Instalados en Santa Marta de Tormes (Salamanca), llevan ya más de treinta y siete años publicando títulos que se distinguen por su calidad y el grado de compromiso con los libros para niños y jóvenes.

Entre otros autores, su catálogo cuenta con autores e ilustradores europeos de primera fila como Jutta Bauer, Quint Buchholz, Tomi Ungerer, Rotraut Susanne Berner, Helme Heine, Gudrun Pausewang… También da cabida a escritores españoles consagrados como Juan Farias, Juan Ramón Alonso, Federico Delicado, Carmen Gómez Ojea, Pilar Mateos... Lóguez fue distinguida con el Premio a la Edición 2010 que otorga la FLLIC (Feria del Libro, la Lectura y las Industrias Culturales) de Castilla y La Mancha.

Lorenzo Rodríguez y Maribel G. Martínez han respondido así al cuestionario enviado por Canal Lector.

Canal Lector. Resultaría interesante conocer cómo fueron vuestros inicios en este mundillo y qué diferencias sustanciales apreciáis –si fuera el caso– entre la realidad editorial de entonces y la actual. El carácter periférico de vuestra editorial (radicada en un pueblo salmantino) –en un país donde el grueso de la edición se concentra en dos o tres grandes ciudades– ¿ha influido en su desarrollo?

Lorenzo Rodríguez y Maribel G. Martínez. Haber comenzado nuestra actividad  editorial en los años inmediatos al posfranquismo, con una censura previa todavía vigente para libros dirigidos a niños y jóvenes, fue un hecho que hizo posible la fundación de la editorial. Aunque con escasos medios económicos, Lóguez tenía como meta impulsar la renovación de la Literatura Infantil y Juvenil en España, entonces infantiloide, de acuerdo, con muy escasas excepciones, con la ideología fascista.

Vivir y trabajar alejados de los centros tradicionales del libro en nuestro país era un inconveniente que quizá haya retrasado que la editorial sea más conocida de lo que su fondo editorial modestamente se merece. Sin embargo, nuestro “aislamiento geográfico” tiene sus ventajas: son los libros los que deben hablar de nosotros y no nosotros de los libros.

CL. ¿Qué criterios habéis establecido en vuestro sello a la hora de conformar la línea editorial? Parece que –con la elección de ciertos títulos– habéis tratado de elaborar un catálogo atemporal de lecturas (como la Joven Colección, por ejemplo), una biblioteca de títulos esenciales de literatura infantil y juvenil, donde forma y contenido –al menos en el caso de los álbumes– tienen similar importancia…

 

 

Efectivamente, nuestro deseo siempre fue disponer de un catálogo “atemporal”. No nos vemos como editores de libros con fecha de caducidad.

CL. ¿Podríais relatar una anécdota que recordéis especialmente de este tiempo como editores?

Bueno, no es precisamente una anécdota: la denuncia y procesamiento del fundador de Lóguez por la publicación de un libro de educación sexual.

CL. ¿Cómo ha evolucionado Lóguez desde su fundación, hace casi una década?

Nuestra evolución, no en una sino en varias décadas, viene marcada por los autores y sus libros que conseguimos para nuestro catálogo, siempre bajo las exigencias que conlleva nuestra línea editorial.

CL. ¿Qué perspectiva –respecto del futuro de la edición– vislumbra vuestra editorial? ¿Qué opináis del auge de la autoedición en vuestro campo, la LIJ, y más concretamente el álbum ilustrado?

La autoedición se ha convertido casi en un fenómeno de masas. Todos quieren escribir y publicar y no hay nada que objetar en contra, aunque no creemos que suponga prescindir del editor profesional como referente.

CL. ¿Cómo habéis recibido las novedades del mundo digital, desde el libro electrónico hasta el moderno sistema que facilita la comunicación con los lectores (Facebook, Twitter, blogs…)?

Las redes sociales a través de internet son hoy herramientas de trabajo más o menos imprescindibles y su importancia va en aumento debido a la gran ayuda para la comunicación entre los diferentes eslabones de la cadena del libro. Sin embargo, están marcando ya, en unas editoriales más que en otras,  el futuro del libro, por lo que supone de priorizar lo digital frente a lo analógico. Eso no debe significar, para nada, el “próximo final” del libro impreso como esperan (¿y desean?) los incondicionales de las nuevas tecnologías aplicadas al libro.

CL. ¿Percibís que el lector de vuestras publicaciones ha experimentado cambios significativos en este tiempo de andadura, desde 1977? ¿Va conformándose un lector más exigente, o son otros los cambios que se aprecian?

Naturalmente que hay cambios en los gustos y preferencias de los lectores que nos siguen porque son otras las generaciones y otros los condicionantes socioculturales, aunque esencialmente de nosotros se espera que mantengamos una línea exigente de publicaciones.

CL. ¿Cómo valoráis globalmente (trato con los autores/ilustradores, con el público lector, la distribución…) vuestra experiencia como editores independientes? ¿sentís reconocida vuestra labor?

Nos sentimos muy reconocidos y valorados por aquellos lectores y profesionales del libro que buscan que los editores seamos algo más que una empresa más en el mercado del libro. A ellos nos debemos y ellos siguen siendo nuestro principal activo.

 
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