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Los lectores a domicilio de la biblioteca de Chinchilla de Montearagón (Albacete)

Luz del Olmo García es bibliotecaria en Chinchilla de Montearagón (Albacete) y, ante todo, apasionada de la lectura. A lo largo de su trayectoria siempre ha seguido el ejemplo de su madre, voraz lectora, hasta que a los 86 años la diabetes le produjo una ceguera parcial, que le impedía disfrutar de uno de los pocos placeres que la vida le había permitido.

A raíz de este hecho, Luz entendió que a esa edad es cuando más se necesitan dos cosas que la biblioteca podía ofrecer: compañía y buenas lecturas. Y así urdió un plan perfectamente organizado para que cada tarde uno de sus hijos o nietos la acompañaran narrando títulos como El tiempo entre costuras de María Dueñas; La balada del abuelo Palancas, de Félix Grande; El penúltimo sueño, de Angela Becerra; El corazón del océano, de Elvira Menéndez; Romance de ciego, de Ángeles de Irisarri; o Colón a los ojos de Beatriz, de Pedro Piqueras. 

Junto a estas obras empezó a introducir libros de Literatura Infantil y Juvenil como La última campanada, de Alfredo Gómez Cerdá, o El tesoro de Barracuda, Premio Barco de Vapor 2014, aprovechando la vecindad y amistad de su autora, Llanos Campos.

La experiencia pronto se exportó a distintos domicilios a través de un grupo de jóvenes voluntarios, captados en la biblioteca, que se desplazaban a las casas de aquellos ancianos con problemas de movilidad y, por tanto, con dificultades para disfrutar de los servicios que ésta ofrece en la localidad. El programa parafrasea el nombre de aquella novela de María Dueñas con la que se inició la experiencia, El tiempo entre lecturas. 

Estructurado en sesiones de escasa duración (no más de 40 minutos), y reforzado con actividades educativas orientadas a recuperar el patrimonio oral y la cultura popular de la zona, durante la primera fase contó con cinco chicas de Chinchilla que regalaron parte de su tiempo libre a una labor que, sin duda, sirve para tender sólidos puentes entre dos generaciones a partir de la literatura.

Para Luz, esta experiencia demuestra que "la lectura compartida es igual de importante con bebés y niños que con nuestros mayores.  Si a los pequeños hay que leerles cuando aún no han aprendido a hacerlo, para los mayores también es necesario porque su edad o cualquier enfermedad no les permite hacerlo… o se han olvidado de ello. La lectura es, indudablemente, una terapia, un regalo a cualquier edad. Leer a nuestros padres, a nuestros abuelos, no es ni más ni menos, que devolver el legado cultural que ellos nos ofrecieron cuando nos cantaban nanas, cuentos y canciones y nos subían a sus rodillas. Si importante es leer a los que empiezan su andadura en esta vida, no menos importante es compartir lecturas con los que van a terminarla…"

[Noticia elaborada a partir de una carta redactada por la bibliotecaria Luz del Olmo y enviada a nuestra redacción]

 
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