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Luis Zendrera: es fundamental el papel del editor y la garantía que puede aportar

Luis Zendrera, director general de Editorial Juventud, sigue viendo con optimismo el futuro del editor porque, aunque con los medios actuales la autoedición está al alcance de mucha gente, considera que "el papel del editor y de la garantía que este puede aportar es fundamental". En respuesta a un cuestionario que le sometió Canal Lector, Zendrera se refiere tanto a la historia como a los nuevos retos que se ha fijado la Editorial Juventud, fundada por su abuelo, José Zendrera Fecha, en Barcelona en 1923.

Canal Lector: Resultaría interesante conocer cómo fueron sus inicios en este mundillo –al que pertenece por tradición familiar– y qué diferencias sustanciales aprecia entre la realidad editorial de entonces y la actual.

Luis Zendrera: A pesar de que antes de incorporarme a Editorial Juventud mi vida iba por otros derroteros, me pidieron hacerlo puntualmente y me enganchó la actividad editorial. Tuve la suerte de poder trabajar en diferentes departamentos, primero contabilidad, segundo y más valioso para mí hoy en día, ocho años al cargo del departamento de Producción.

En cuanto a la realidad de la edición en sí, yo diría que no ha cambiado. Lo que sí ha pasado es que hoy en día vivimos entre dos mundos, entre dos realidades, la de siempre y la consecuencia de la revolución tecnológica, de comunicaciones y de incipientes nuevos soportes que evolucionan tan rápido, imparables y cambiantes que, a veces, y es opinión propia, nos hacen perder la realidad de siempre.

Siempre comento la anécdota de que cuando empecé a ocuparme de la exportación mandaba una carta que tardaba quince días con un presupuesto, esta carta era leída y contestada en unos diez días, volvía en otros quince días. Hoy, en sólo día, intercambiamos una cantidad ingente de emails en unas pocas horas, todo es para ahora mismo ¡y en cambio no vendemos mucho más que antes!

¿Qué criterios se establecieron –en su día– en su sello a la hora de conformar la línea editorial? ¿se han mantenido? Parece que –con la elección de ciertos títulos– han tratado de elaborar un catálogo atemporal de lecturas, una biblioteca de títulos esenciales de literatura infantil y juvenil.

Noventa años de historia dan para mucha evolución, en su momento se publicaron, con gran éxito, géneros como la novela rosa, novelas de Oeste (Zane Grey, Curwood) y siempre se han editado libros para adultos. En los últimos años no publicamos narrativa para adultos, únicamente el Premio Nostromo de literatura marítima, que convocamos desde hace ya 17 años con la Asociación de Amigos de Nostromo y El museo marítimo de Barcelona, dotado con 10.000 €.

Y concretando en LIJ, es cierto que ya mi abuelo por los años veinte y treinta del siglo pasado apostó por la publicación, hasta entonces inédita, de los grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil. Grimm, Andersen, Carroll, Defoe, Kipling, Carmen Kurtz y tantos otros como Spyri, Kaestner o Bonsels. Con ilustraciones de artistas tan brillantes por como Arthur Racham, Mabel Lucie Atwell, Lola Anglada o Mercedes Llimona.

Su hija, Conchita Zendrera, tomó el relevo con autores como Lindgren, Hergé, Blyton, Rodari y tantos otros que, tanto en el caso de mi abuelo como de Conchita, siguen en su mayoría plenamente vigentes y en muchos casos hemos vuelto a editar en versiones exactas a la original.

Desde entonces, yo mismo, y con la ayuda de dos grandes editoras, seguimos ampliando este catálogo y seguimos con la misma ilusión de convertirlo en un referente.

¿Podría relatar una anécdota que recuerde especialmente de este tiempo como editor?

El oficio de editor te enriquece mucho como persona. Debes tratar con mucha gente, muy diversa, de muchas nacionalidades y en su gran mayoría con un rasgo común, el amor al libro. Cada día es diferente, cada libro es un mundo, cada autor otro y obviamente se generan anécdotas increíbles continuamente. La hay buenas y malas. Empezando por las malas la experiencia del secuestro y asesinato a finales de los 90 por las Farc del gerente de nuestra oficina en Bogotá (y buen amigo, de sólo 30 años) [David Puyana Correa] ha sido sin duda la más dura. Le tengo siempre muy presente.

Por suerte las buenas son muchas más y me gustaría relatar simplemente la más reciente, pero no por ello menos curiosa y conmovedora: El fin de semana pasado tuve ocasión de conocer a Octavi Serret, de la librería Serret en Valderrobles, en el Matarraña Aragonés, (por cierto merece la visita, la actividad de este hombre y la promoción cultural y desarrollo comercial que desarrolla desde allá es envidiable, presentaciones con los mejores autores, actividades múltiples etcétera). La cuestión es que al presentarme y sin dudar un momento me dice: “Tengo una cosa para ti”, y ante mi total perplejidad me entrega una belleza de libro infantil dedicado a mí por su autor, Antón Castro, en 2009, ¡diciéndome que estaba seguro que algún día pasaría por allí para recogerlo!

¿Cómo ha evolucionado Juventud desde su creación, hace ahora noventa años? Nació como un proyecto –con colecciones varias– centrado en el lector adulto, pero pronto halló hueco para la literatura infantil y juvenil…

Ampliando la segunda respuesta, seguimos publicando obras para adultos, vamos ampliando nuestras colecciones de relatos y libros técnicos náuticos, ampliamos nuestras colecciones de diccionarios y de clásicos de bolsillo e incorporamos colecciones nuevas como la de Repostería Creativa, con muy buena acogida por parte del público, por cierto.

Pero es verdad que nuestro mayor reconocimiento tanto en España como en Latinoamérica viene dado por nuestras diferentes colecciones de LIJ. Nuestro mayor número de novedades corresponde a este género sin duda. En su día era considerado un género menor y nuestra perseverancia nos ha permitido poder gozar de un, creo muy trabajado, prestigio en este campo que hoy es día ya no se considera menor.

¿Qué perspectiva –respecto del futuro de la edición– vislumbra su editorial? ¿Cómo valora el auge de la autoedición en uno de sus campos, la LIJ?

Seguimos optimistas como siempre, convencidos de que el trabajo bien hecho da sus frutos. Es cierto que con los medios actuales la autoedición está al alcance de mucha gente, pero sigo convencido de que el papel del editor y de la garantía que este puede aportar es fundamental. Por otro lado siempre insisto en que es difícil editar un buen libro pero es mucho más difícil distribuirlo y venderlo.

¿Cómo han recibido las novedades del mundo digital, desde el libro electrónico hasta el moderno sistema que facilita la comunicación con los lectores (Facebook, Twitter, blogs…)?

Los medios de comunicación se empeñan en difundir que el libro en papel tiene los días contados, que ha llegado la segunda revolución importante después de Gutenberg. Pienso que algunas obras, como las enciclopedias o algunos libros técnicos pueden cambiar de soporte antes de lo esperado, si no lo han hecho ya en muchos casos. La narrativa puede convivir perfectamente de momento y creo que por muchos años. En el caso de los álbumes ilustrados y otros libros para niños continúo convencido, no solo de que son compatibles, si no de que se trata de cosas diferentes. La frontera entre el libro electrónico infantil y el videojuego es muy difusa por no decir en muchos casos inexistente.

Los nuevos canales de difusión, las redes sociales, son un gran adelanto. El único pero, o inquietud, es que blogs, contactos de Facebook o Twitter crecen a tal velocidad que pronto no seremos capaces, por falta de tiempo disponible, de ver lo que es realmente interesante en ese océano de información que crece a diario.

¿Perciben que el lector de sus publicaciones ha experimentado cambios verdaderamente significativos en este tiempo de andadura, desde 1923? ¿Se va conformando un lector más exigente, o son otros los cambios que se aprecian?

Desde el principio intentamos que nuestros libros sean un instrumento para la formación de los niños y futuros lectores. Es evidente que al ser de autores e ilustradores muchas veces muy reconocidos nuestros libros no siempre son baratos. No intentamos competir en precio, intentamos aportar valores añadidos que estamos seguros acaban dando sus frutos. Los padres inquietos por comprar un libro que le aporte algo a su hijo eran y siguen siendo nuestro principal cliente.

Pedagogos, bibliotecarios, y las diferentes instituciones públicas o privadas, tanto nacionales como latinoamericanas interesadas en proveer de materiales adecuados para la formación de niños y jóvenes son nuestros principales demandantes. Y afortunadamente para muchos de estos países los programas de proveer de libros las bibliotecas de aula van a más y ello redundará sin duda en el crecimiento del país.

¿Cómo valora globalmente (trato con los autores/ilustradores, con el público lector, la distribución…) su experiencia como editor?

La pregunta más fácil: no lo cambiaría por nada.

 
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