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El libro digital interactivo, un futuro prometedor (Fundalectura, Colombia)

 

 

“En todos los pronósticos que he leído sobre el futuro del libro en la era de lo digital, el libro infantil sale a relucir”, afirma Catalina Holguín, editora digital que hizo parte del equipo que creó la Biblioteca Digital Nacional y quien inauguró el primer sello editorial digital interactivo en Colombia. De acuerdo con Catalina, las innovaciones que suponen la introducción de sonido, movimiento, color y tactilidad a los libros digitales privilegian la creación de libros infantiles y juveniles, de novelas gráficas y cómics, de narrativas intervenidas por juegos; de libros informativos con temáticas como el arte y la cocina y de géneros como la poesía. “Con las tabletas y los libros digitales interactivos se da una explosión del libro infantil y es aquí en donde se está jugando la redefinición de los libros”.

En Fundalectura dimos inicio a nuestras Charlas Mensuales en el Centro de Documentación  con la visita de Catalina Holguín, experta en libros digitales e interactivos, que en el marco de los Comités de Valoración de Libros Infantiles y Juveniles nos hizo una presentación sobre el fenómeno editorial que se ha tomado a la industria lectora y productora de libros, tanto infantiles como para el público en general: la era digital. Catalina explicó que la cuestión del libro digital se puede dividir en tres grandes temas: el formato o soporte tecnológico en el que se realiza la lectura; la práctica de leer en línea; y los diálogos o nuevas lecturas sociales que se propician con esta innovadora tendencia.

El libro digital como soporte tecnológico se refiere a los diferentes formatos en los que se puede realizar un libro digital como los pdf, epub, html 5, kindle, ibook o android. El formato define tanto el precio de realización como la cobertura o distribución que pueda tener cada libro y asimismo determina las características de la obra y el nivel de interacción que le permite al lector. Un libro digital puede ofrecer desde el cambio de tamaño y estilo de la letra hasta incorporar video, sonido y color. Allí reside la diferencia entre lo que es un libro digital y un libro digital interactivo o crecido, en donde se abre el horizonte de posibilidades creativas y el texto y la ilustración de un libro convencional impreso se ven complementados por otras funciones propias de las facilidades tecnológicas.

Es importante reconocer también la diferencia que hay entre un libro digital para la lectura en computador o para leer en una tableta, las funcionalidades no son las mismas: “En el computador está la mediación del mouse como proyección de la mano en la pantalla mientras que lo que ofrece la tableta es meter los dedos directamente en la pantalla y a la vez acabar las distancias entre la cara de quien lee y lo que lee”. Si bien es cierto que la tableta puede ofrecer mayor innovación, Catalina nos recuerda que no podemos dejar de lado el hecho de que es el computador el que lleva la ventaja en el mercado y habría que explorar entonces qué clase de libros digitales deberían estarse creando estratégicamente para la lectura en computador o para leer en tabletas.

Con la llegada del libro digital, Catalina identifica dos tendencias crecientes, una es aquella de los libros que empezaron su vida en el papel y que pasan luego a ser adaptados a lo digital. Se pueden encontrar libros digitales que utilizan la estética de lo impreso, de tipografías que simulan la escritura a mano, de fondos que parecen texturas de papeles diferentes y de recortes. Un buen ejemplo de esto es el libro ganador del premio a la propuesta digital de la Feria de Bologna del año en curso: Love, un libro en inglés de una editorial argentina, Niño Studio, que se proclama como creadora de historias para niños grandes y pequeños.
“Y no es gratuito aquello de hablar de niños grandes y pequeños”, comenta Catalina que con los libros digitales interactivos, se empieza a jugar en la frontera de las franjas de edades que se manejan hoy en día, quizás sea necesario revisar estas categorías en un futuro cercano.

La otra tendencia mencionada por Catalina es aquella de cortometrajes que prácticamente terminan siendo paginados y reconstruidos como libros digitales, es la aventura gráfica en la que se convierte la experiencia de lectura de un libro digital interactivo.

Una buena historia no obstante, sigue siendo el pilar de un buen libro en el mundo de lo digital. Catalina, actual editora y socia de la filial colombiana de Manuvo, una empresa mexicana especializada en el desarrollo de libros digitales interactivos y consultora del "Proyecto de Uso y Apropiación de TIC en Bibliotecas Públicas” nos recuerda que: “los efectos no lo son todo, estos no pueden ser gratuitos. Es necesario que detrás haya una buena narrativa; el criterio literario continua primando y hay que evaluar la relación dada entre los efectos y la historia, que se genere un dialogo entre ambos para dar lugar a un uso creativo del medio”.

Por otro lado, Catalina da un respiro a las editoriales más tradicionalistas: con la llegada del libro digital no se pone en juego la extinción del libro impreso, son formatos distintos y ofrecen diferentes posibilidades, “lo importante es hacer un uso creativo del medio, que genere curiosidad y fomente la lectura”. Cada formato trae sus ventajas y desventajas. La costumbre sigue siendo la lectura en papel y no en pantalla. El libro impreso no necesita recargarse para que no se le acabe la batería, pero la portabilidad de una biblioteca se ve favorecida si esta cabe dentro de una tableta. Pero el libro impreso sigue teniendo un estatus simbólico que los libros digitales no han adquirido.

Hoy en día la oferta de libros digitales en español aún es poca, la compatibilidad de los mismos en los diferentes dispositivos del mercado continúa siendo un problema y constriñe las posibilidades de distribución de los libros, así como obstaculiza el afán de toda editorial de lograr abarcar todas las vitrinas. En últimas, para Catalina “Lo ideal es naturalizar la lectura en todos los medios y formas o formatos”.


Fuente: Fundalectura

 
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