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Andrew Wylie, sarcástico en Buenos Aires: Kindle provoca cáncer

 

El agente literario más famoso del mundo, Andrew Wylie, intervino en el Espacio Tendencias, el seminario internacional para profesionales de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (FILBA), con el formato de una entrevista en la que volcó opiniones sarcásticas y contundentes sobre su trabajo y el negocio de la edición.

Este fue el cierre del seminario. En la sesión previa Wylie había asistido a la mesa redonda “El lugar del editor en un contexto de cambio”, con Alejandro Katz y Xosé Ballesteros, coordinada por Luis González (FGSR).

La intervención de Wylie tuvo un tono personal y hasta íntimo a través de las respuestas de tipo biográfico y las opiniones contundentes e irónicas que el agente aportó. Para empezar afirmó que eligió su trabajo porque es un entusiasta del proceso creativo, ya que personalmente no participa para nada de él, ni tiene esa capacidad de creación.

A continuación hizo, de un modo irónico, toda una definición de las obligaciones y la dureza que comporta el sector del libro y la edición, e incluso través de una anécdota: Un día coincidió el secretario de Estado Henry Kissinger y éste le dijo: “Wylie, su padre fue mi primer editor… Pero su padre era un caballero”.

Wylie se inviste de un carácter heterodoxo en el contexto de una sociedad tradicional de la costa Este norteamericana que envía a su élite a estudiar a universidades como Harvard.  Precisamente gracias a sus estudios de griego en esa universidad consiguió su primer contrato como agente. Wylie arrancó un aplauso de los presentes cuando recitó en voz muy alta los versos homéricos tal y como se cantaban originalmente.

Las armas del agente literario

Wylie relató como por haber aprendido a cantar los versos de Homero, gracias a un seminario sobre la épica del autor de la Odisea que cursó en la universidad, consiguió convencer para representar a un autor que, asombrado, escuchaba el cántico al otro lado del teléfono.

Para este agente literario su negocio no se define en función de cómo se va a vender cada libro sino de la calidad, y en ese terreno considera crucial identificar a los buenos autores. En este apartado desarrolló la historia del descubrimiento y la representación de Alessandro Baricco a través de una divertida narración, adornada de todas las anécdotas propias de las ferias y las relaciones con los editores en el panorama internacional, para concluir con el mensaje subliminal de que cuando se propone algo acaba lográndolo. 

Su empresa tiene sedes en Nueva York y en Londres, con veinticinco empleados en cada una de ellas. Para juzgar textos en diferentes lenguas, tiene empleados que leen en las lenguas principales y añadió sarcásticamente: “Aunque también en holandés… bueno alguna gente habla holandés, parece ser”.

Wylie valora como uno de sus éxitos más interesantes el rescate que pudo hacer de la versión original de algunos de los primeros relatos de Raymond Carver, ya que su “habitual editor era como un secuestrador y se aprovechaba de que Ray bebía y estaba ansioso”. Ocurrió que unos expertos averiguaron que el manuscrito era de puño y letra del editor, es decir, que éste había modificado drásticamente el original. Como la viuda le pidió ayuda para poder editar la versión del propio Carver él se lo pasó a Phillip Roth –“siempre es bueno tener a tu lado a alguien como Phillip si hay que discutir de calidad literaria” apuntó– y Roth le confirmó que la versión original era buena sin los cambios del editor.  Wylie llamó entonces al editor y quedaron en hablar pero no le advirtió de que había dado una entrevista a The New York Times con comentarios de Roth. Tal y como él había previsto, el editor dijo que no publicaría la versión original ni le dejaría hacerlo en otra editorial. Wylie le informó entonces del reportaje en TNYT y añadió: “No creo que esto quede bien en los periódicos”. El editor transigió.

El romance y el desamor con Amazon

Wylie tuvo que reconocer que en 2008 estaba enamorado de Amazon, y así lo declaró, porque consideraba que introducía innovaciones muy necesarias en el mundo del libro y que alguna de ellas era muy beneficiosas para los autores. De hecho llamó a Jeff Bezos para felicitarle porque Danielle Steel y Susan Sontag tuvieran el mismo espacio y visibilidad. Sin embargo ahora cree que enloquecieron y quisieron hacer lo mismo que Apple, es decir, una estrategia para llevar todo el contenido hacia su propio dispositivo. Después de señalar esto, Wylie hizo un guiño a los editores allí presentes y añadió con una gran sonrisa y gesticulando con sus manos de forma solemne: “Afortunadamente esto no pasará, porque ya se sabe que Kindle provoca cáncer”. Tras una pausa para compartir la carcajada con los presentes, añadió: “¿No lo sabían ustedes?, la gente que no lee en Kindle vive más”. Según Wylie la buena noticia es que la fusión de Random House, Penguin y Alfagura (sic) va a decir no a ciertas cosas.

En torno a la creación de Odissey, su propio sello editorial de eBooks, señaló que sólo había conseguido llegar a acuerdos con Amazon, ya que su objetivo era que los autores ganasen cuatro veces más, pero finalmente la empresa de Seattle se retiró porque le vio como competencia directa.

Relaciones con editores y autores

“¿Cuál es el asunto que más conflictos le genera con los editores?”, fue la pregunta. El diseño de las cubiertas es lo que le causa siempre mayor fricción –admitió Wylie–, porque hay veces que son tan horrendas que tiene que llamar al editor y decirle: “¿Are you crazy? Fuck your cover” (sic).

Wylie asegura que no tiene relación personal con los autores porque son sus jefes y piensa que ir a su casa y socializar con ellos “es como si tu jardinero llamase a tu puerta para quedarse a cenar contigo”.

El único momento en el que Wylie perdió el buen humor fue cuando se le pidió que expresara con una palabra lo que le sugería el apodo ‘Chacal’ por el que es conocido en el mundo del libro, a lo que el agente contestó “Nada” con seriedad y luego añadió “Cero”.

Previamente había declarado que la fama que le ha dado el apodo se basa en que, habida cuenta de que quien lo utiliza es gente que paga menos de lo que puede y debe pagar a los autores, él se ve obligado a ser muy agresivo y seguirá siéndolo.

 
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