Ertico no sólo es feíllo y bajito; también es muy tímido y no sabe qué hacer para destacar un poco en su clase. Su abuela le consuela y teje para él, con la lana de una alfombra mágica, bufandas para cantar, gorros para pensar... Ertico utiliza estos remedios, pero se da cuenta de que las amistades que consigue a través de ellos le duran poco. La abuela, finalmente, tricotará de nuevo la alfombra mágica y esta vez, Ertico conseguirá un par de buenos amigos. Una estructura ágil, juegos de palabras y una intriga interesante aunque con un final algo precipitado, hacen recomendable este libro. Ertico no sólo es feíllo y bajito; también es muy tímido y no sabe qué hacer para destacar un poco en su clase. Su abuela le consuela y teje para él, con la lana de una alfombra mágica, bufandas para cantar, gorros para pensar... Ertico utiliza estos remedios, pero se da cuenta de que las amistades que consigue a través de ellos le duran poco. La abuela, finalmente, tricotará de nuevo la alfombra mágica y esta vez, Ertico conseguirá un par de buenos amigos. Una estructura ágil, juegos de palabras y una intriga interesante aunque con un final algo precipitado, hacen recomendable este libro.

Vuela, Ertico, vuela

Éste era un chico llamado Robertico, Albertico o Humbertico... (¡Pero qué importa, puesto que vamos a decirle Ertico, como todo el mundo!). Ertico era callado, feíllo y bajito. Se sentaba en medio del aula, permanecía tranquilo en un rincón durante el recreo, y al terminar las clases se iba a casa derechito y solo.