Los obstáculos que encuentran en su amor los jóvenes protagonistas de esta novela histórica resultan ser la excusa perfecta para narrar la epopeya de los almogávares en Bizancio en tiempos de Roger de Flor. El ineludible destino del joven Garcés de convertirse, muy a su pesar, en un almogávar (mercenario de la Corona de Aragón) aparece unido a una actitud ante el mundo que rompe con los convencionalismos medievales.
Resulta muy sugerente el uso de dos voces narrativas: la primera persona para contar la aventura personal del protagonista, y la tercera para introducir los hechos históricos. Los obstáculos que encuentran en su amor los jóvenes protagonistas de esta novela histórica resultan ser la excusa perfecta para narrar la epopeya de los almogávares en Bizancio en tiempos de Roger de Flor. El ineludible destino del joven Garcés de convertirse, muy a su pesar, en un almogávar (mercenario de la Corona de Aragón) aparece unido a una actitud ante el mundo que rompe con los convencionalismos medievales.
Resulta muy sugerente el uso de dos voces narrativas: la primera persona para contar la aventura personal del protagonista, y la tercera para introducir los hechos históricos.

Almogávar sin querer

… Dardanelos.
Unos dicen que hay mil leguas de camino hasta Aragón. Otros hablan de dos mil. En realidad ¿qué más da?
Se acerca un hombre, a buen paso. Por su indumentaria se adivina que no es un soldado, sino un comerciante. Pese a ello Garcés, siempre alerta, acaricia suavemente el puño de su espada.
-Busco a García Garcés, almogávar de Santa María de Carcabiello –declara el recién llegado, con extraño acento.
Garcés frunce el ceño.
-¿Quién le busca?
-Mi nombre es Gianluca Santandrea. Soy marino y genovés.