Una deliciosa e hilarante novela de una familia "normal": la madre trabaja en casa como ilustradora, el padre es profesor de literatura y el hermano pequeño da toda la guerra que puede, como corresponde a los menores. Aceptan que Anastasia tenga un perro a cambio de que se ocupe de él. Ese es el marco para los problemas que se ciernen sobre la protagonista, tan abrumada porque cree que ha hecho algo incorrecto, que ni siquiera se lo cuenta a sus tres amigas íntimas cuando quedan para ver juntas una película de vídeo. Una deliciosa e hilarante novela de una familia "normal": la madre trabaja en casa como ilustradora, el padre es profesor de literatura y el hermano pequeño da toda la guerra que puede, como corresponde a los menores. Aceptan que Anastasia tenga un perro a cambio de que se ocupe de él. Ese es el marco para los problemas que se ciernen sobre la protagonista, tan abrumada porque cree que ha hecho algo incorrecto, que ni siquiera se lo cuenta a sus tres amigas íntimas cuando quedan para ver juntas una película de vídeo.

Anastasia, por supuesto

-¡Anastasia!
-¿Eh? -Anastasia abrió los ojos medio grogui. Su habitación estaba oscura y al principio no lograba acordarse de qué día era. Pero reconoció la voz. Era la de su madre y estaba enfadada.
También se oía otro ruido, una especie de llanto, como si alguien hubiera dejado un niño pequeño en la puerta.
«Estupendo -pensó Anastasia mientras se incorporaba para sentarse en la cama-, es lo que nos faltaba: un bebé en la entrada, con una notita patética enganchada en la camiseta».