Cuando el oso despierta al llegar la primavera descubre que en el entorno de su osera los humanos han construido una gran fábrica. El desconcierto aumenta cuando todos le aseguran que no es un oso, sino sólo un hombre tonto, sin afeitar y con abrigo de piel. Aunque el autor norteamericano aplica a la narración grandes dosis de humor absurdo, la propuesta encierra una profunda reflexión sobre el respeto a la naturaleza y el crecimiento desproporcionado de la industria, con el correspondiente impacto que ello genera en el medio ambiente. Las ilustraciones, realizadas en plumilla e inspiradas en el estilo de "línea clara" de los grandes referentes europeos y en algunos elementos del lenguaje del cómic, destacan por su expresividad y limpieza de trazo. Metro-Goldwyn-Mayer convirtió esta obra en un cortometraje de animación a finales de los años sesenta que contribuyó a aumentar su gran popularidad en el ámbito de la literatura infantil y juvenil.

Cuando el oso despierta al llegar la primavera descubre que en el entorno de su osera los humanos han construido una gran fábrica. El desconcierto aumenta cuando todos le aseguran que no es un oso, sino sólo un hombre tonto, sin afeitar y con abrigo de piel. Aunque el autor norteamericano aplica a la narración grandes dosis de humor absurdo, la propuesta encierra una profunda reflexión sobre el respeto a la naturaleza y el crecimiento desproporcionado de la industria, con el correspondiente impacto que ello genera en el medio... Seguir leyendo

El oso que no lo era

Érase una vez —un martes para ser más precisos— un oso que estaba parado en el lindero de un gran bosque mirando hacia el cielo. Allá, muy alto, vio una bandada de gansos salvajes que volaban hacia el sur.