La sociedad ejerce, a veces de forma involuntaria otras de manera consciente, una silenciosa dictadura estética, sugiriendo cánones de belleza que, en ocasiones, provocan una peligrosa presión sobre muchas personas que ven alterado su modo de vida a causa de la cultura de la dieta y lo que las autoras de esta obra denominan como “gordofobia”. En tono cáustico y desenfadado, y a través de la historia de una chica, Sol, a la que invitan a una fiesta en la playa (algo que implica, obviamente, ir en bañador o bikini); descubrimos los conflictos personales que experimenta alguien que se siente insegura por su físico (reforzada por las ideas que comparte con su "amiga" Ariel en la intimidad). Gimnasio, régimen, más tiempo para perder peso… Nada de esto es lo más importante. La idea principal de este divertido (a pesar del trasfondo) relato es comprender que todo aquello que hemos visto en las películas, series o libros desde hace muchos años (“los cuerpos aceptados y aplaudidos son siempre similares: blancos, delgados, neurotípicos y sin discapacidades; no migrantes, heteros, cis y un largo etcétera”); no es ni mucho menos lo correcto, y para ello esboza una serie de situaciones, reforzadas por el glosario de términos incluidos en la parte final de la obra, que invitan a reflexionar sobre la gravedad del asunto. Las ilustraciones, de estética feista pero tremendamente efectivas para subrayar los mensajes del texto con mucho humor, aportan el contrapunto necesario a cada capítulo.

La sociedad ejerce, a veces de forma involuntaria otras de manera consciente, una silenciosa dictadura estética, sugiriendo cánones de belleza que, en ocasiones, provocan una peligrosa presión sobre muchas personas que ven alterado su modo de vida a causa de la cultura de la dieta y lo que las autoras de esta obra denominan como “gordofobia”. En tono cáustico y desenfadado, y a través de la historia de una chica, Sol, a la que invitan a una fiesta en la playa (algo que implica, obviamente, ir... Seguir leyendo