Original acercamiento al mundo de los miedos infantiles enmarcado en el ambiente y los arquetipos de los cuentos tradicionales. Browne induce al lector a pensar que se halla ante una masculinización de Caperucita –con lo cual subraya el papel del imaginario cultural en la predisposición con la que nos situamos ante los textos– e incrementa con maestría la tensión narrativa insinuando un final trágico, para luego deslumbrar al lector con un final tan inesperado como tierno y feliz que le viene a decir que ante el miedo y la soledad siempre le quedará la calidez del abrazo de quienes le aman. Original acercamiento al mundo de los miedos infantiles enmarcado en el ambiente y los arquetipos de los cuentos tradicionales. Browne induce al lector a pensar que se halla ante una masculinización de Caperucita –con lo cual subraya el papel del imaginario cultural en la predisposición con la que nos situamos ante los textos– e incrementa con maestría la tensión narrativa insinuando un final trágico, para luego deslumbrar al lector con un final tan inesperado como tierno y feliz que le viene a decir que ante el miedo y la soledad siempre le quedará la calidez del abrazo de quienes le aman.

En el bosque

Una noche, me despertó un ruido espantoso.
A la mañana siguiente todo estaba en silencio. Papá no estaba. Le pregunté a mamá cuándo iba a regresar, pero no tenía cara de saberlo.
Al día siguiente, mamá me pidió que le llevara un pastel a la abuela que se sentía mal. Quiero mucho a la abuela. Siempre me cuenta unas historias maravillosas.
Hay dos caminos para ir a su casa: el largo, que es muy tardado, o el atajo a través del bosque.
–No vayas por el bosque –dijo mamá–. Vete por el camino largo...