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Corsarios de papel


La pirateria existe casi desde que nace el comercio. Ya en los tiempos de los fenicios o los egipcios se tiene constancia de grupos de bandidos ávidos de las riquezas que transportaban los barcos por las habituales rutas marítimas. Los vikingos basaron su economía casi por completo en este tipo de pillaje. Desde Al Andalus partían cientos de embarcaciones que sembraron el pánico en el Mediterraneo. También en Asia y por supuesto, en América, donde las historias nacidas al calor del Mar Caribe protagonizaron la edad de oro (siglos XVI-XVIII). Pero no hay que irse tanto tiempo atrás, en pleno siglo XXI hemos conocido los ataques que los pesqueros han seguido sufriendo en diversas costas africanas.
 
Proponemos olvidar los mitos y los clichés que nos han transmitido tantas grandes películas y novelas. Los piratas no fueron solo bandas de asesinos sin escrúpulos, secuestradores, ladrones... También expertos marineros, valientes idealistas agrupados y organizados para cambiar las cosas que no les gustaban de la sociedad y luchar en contra de las élites que imponían su caprichosa voluntad contra el pueblo...
 
Organizados en torno a códigos de honor y leyes "democráticas", han sido los protagonistas de inolvidables aventuras a las que hoy rendimos homenaje con esta selección de lecturas por las que desfilan no solo hombres con patas de palo, un garfio y un loro en el hombro, también mujeres piratas, niños que sueñan con serlo y un puñado de marinos intrépidos embarcados en epopeyas de final incierto.
 
 

Ricardo Peláez (c)
 
Los piratas no se andaban con tonterías como vemos en este ejemplo de reglamento a bordo recogido por el reputado historiador Philip Gosse en el imprescindible Quién es quién en la piratería. Hechos singulares de las vidas y muertes de los piratas y bucaneros (Editorial Renacimiento, 2003)
 
"Los estatutos de un barco pirata se debatían y acordaban entre la tripulación. Se asentaban por escrito y eran rubricados por cada miembro. Como muestra los redactados por la tripulación del Capitán John Philips a bordo del Revenge:
 
1) Todo hombre acatará la Autoridad civil; el Capitán tendrá parte y media de cada presa; el maestre, el carpintero, el contramaestre y el artillero tendrán una parte y cuarto.
 
2) Si un hombre intenta huir u ocultar algo a la Compañía, será abandonado en tierra con un frasco de pólvora, otro de agua, un arma pequeña y munición.
 
3) Si un hombre roba algo a la Compañía o en el juego por valor superior a una pieza de a ocho, será abandonado o muerto de un tiro.
 
4) Si alguna vez halláramos a otro cimarrón (esto es, un pirata), aquel que suscriba sus estatutos sin consentimiento de nuestra Compañía sufrirá el castigo que el Capitán y la Compañía juzguen adecuado.
 
5) El hombre que hiera a otro mientras estos estatutos estén en vigor, sufrirá la Ley de Moisés sobre la espalda desnuda.
 
6) El hombre que foguee sus armas, fume tabaco en la cala sin tapa en la pipa, o lleve una bujía prendida sin farol, recibirá el mismo castigo consignado en el artículo anterior.
 
7) El hombre que no mantenga limpias sus armas y listas para el combate, o descuide su trabajo, perderá su parte y sufrirá el castigo que el Capitán y la Compañía juzguen adecuado.
 
8) Si un hombre se rompe un hueso en combate, recibirá cuatrocientas piezas de a ocho; si pierde un miembro, ochocientas.
 
9) Si en caso de encontrar una mujer un hombre intentara aprovecharse de ella sin su consentimiento, será muerto en el acto.
 
Todas estas formalidades tomaban tiempo y las discusiones eran refrescadas con abundantes vasos de ponche; una vez resueltas la siguiente tarea consistía en hacer una bandera. La Jolly Roger estaba compuesta por lo general de una calavera y dos fémures cruzados pintados en blanco y negro. [...] "
 
Aquí os dejamos una selección de lecturas sobre piratas que tocan "todos los palos", todos estos títulos puedes encontrarlos en tu biblioteca más cercana...
 
 
 
 
Ilustraciones: Júlia Sardà (Extraída de El tesoro de Barracuda, SM, 2014); Ricardo Peláez
 
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