A diferencia de sus hermanos, el cerdo que protagoniza esta historia disfruta de una vida privilegiada, colmada de atenciones y privilegios, una existencia casi sagrada que le ha convertido en un engreído porcino, sabedor de que su estatus inviolable será difícil de revocar. ¿Cuál será el origen de esa inmunidad? El trabajo de la ilustradora Eva Sánchez Gómez, artista que atesora una interesante trayectoria y que ha conseguido labrar un estilo propio, destaca por su capacidad para crear una atmósfera a base de trazos, colores y composiciones que rezuman sensibilidad, con influencia en algunos pasajes del lenguaje del cómic en lo que se refiere a la secuenciación. Las reflexiones del gorrino, narradas en primera persona, son fruto de un inteligente y muy original planteamiento del escritor coruñés, también conocido por su labor como editor, que traza un divertido paralelismo para desembocar en un final brillante e inesperado. La obra fue una de las finalistas en la XI edición del prestigioso Premio Compostela, obteniendo una mención del jurado.

Defensor de las gallinas ante el acecho de la zorra, el que vela por la seguridad de su pueblo y de los campos, adversario valiente frente a los más peligrosos personajes... El camino de Cerdito parece estar jalonado de momentos gloriosos, razón por la que sus vecinos e incluso el mismísimo Rey, premian al protagonista. Cuando por fin halla descanso en su morada es hora de comenzar a hacernos algunas preguntas. ¿Estamos ante un mentiroso compulsivo o frente al paladín de la verdad? En nuestra mano está juzgar a Cerdito a partir de las palabras y hazañas. Construido bajo estructuras clásicas, el relato brinda un momento de respiro y reflexión con la inclusión de una página troquelada, que invita a cuestionarse toda la historia, dibujada con el inconfundible estilo de Abadía, con protagonistas y escenarios bañados en colores vivos y de cierta abstracción geometrizante.

La noche invita a hacer locuras y a pasarlo bien. También le ocurre a los cerditos, que aprovechan la luz de una inmensa luna para jugar en el exterior y bañarse en la charca, mientas su madre duerme ajena al revuelo. Parecen embrujados por el seductor influjo del satélite, bajo cuyo poder danzan, corren y saltan sin tener nada en cuenta. Pero cuando desaparece, oculta en las nubes, llegan los miedos y temores. Y entonces, como casi siempre, ¿quién acude a ofrecer protección, calor y cobijo? Rimas con sabor, palabras entrelazadas para disfrutar en la mejor compañía, de noche y de día, al son de las divertidas ilustraciones de Cneut, entre cuyas penumbras desfilan Otto, Karen, Mia, Lucía, Bam, Chico, Melinda, Melisa, Jorge y Chaz.

El bueno de Gus siempre está dispuesto a echar una mano a todo aquel que pase por su taller mecánico. Trabaja de sol a sol y, casi siempre, pensando en los demás. Sus amigos conocen y aprecian el ingenio del cerdito y no dudan en pedir ayuda para toda clase de problemas: motos que no se adaptan a la fisionomía de los rinocerontes, descapotables incómodos para una jirafa, vehículos con deficiente refrigeración (sobre todo cuando el propietario es un pingüino)… Como veis la jornada no es nada aburrida pero al caer la noche, ¿tendrá la misma iniciativa para solucionar sus propias necesidades? El inconfundible estilo del artista belga, uno de los más apreciados y valorados en el campo del álbum ilustrado de trazo humorístico, despierta la curiosidad tanto en lectores como en niños menos aficionados a la lectura, merced a un llamativo y colorido diseño que caricaturiza los rasgos de cada animal, les confiere aficiones “humanas” y bromea, con ingenio, sobre distintos tópicos. Un relato amable, construido en verso, para saborear juntos pequeños y mayores en cualquier momento y lugar.

¿Quién dijo que la vida en la granja podía ser aburrida? Al menos, en el lugar en el que viven el gallo, el perro, la cabra, el cerdo, el caballo, el ratón y el gato (y por supuesto, el granjero), el corral anda revolucionado. Todos se han puesto a hacer travesuras, cada animal demuestra a los demás aquellas cosas extraordinarias que es capaz de hacer. Entre las “proezas” hay sustos, peripecias aéreas, “degustaciones gastronómicas” y hasta “exhibiciones de puntería”, pero el juego se torna en algo serio y dramático cuando el caballo decide intervenir. Los amigos son testigos de un terrible suceso y no dan crédito pero ¿existe alguna razón para que haya actuado así? Sorpresas y diversión en un proyecto ilustrado que centra la parte gráfica en describir a través de simpáticos planos la apariencia de los protagonistas y sus reacciones ante las distintas actuaciones. La obra ha obtenido numerosos reconocimientos durante el año 2017, entre los que destacan el nombramiento como Libro del mes de la Academia Alemana del Libro Infantil y Juvenil, su inclusión entre los 100 mejores libros LIJ, según el diario Die Welt, o la nominación a Mejor Álbum ilustrado de Austria 2017 por el Jurado de Jóvenes Críticos de ese país.

El siglo XXI es escenario de dolorosas crisis migratorias que afectan a ambos lados del océano. Seres anónimos que se ven obligados a dejar su tierra en busca de una mejora en la calidad de vida. Y no solo humanos, también animales, como nuestro protagonista Nahuel, un venado de la Pampa argentina que debe emprender un largo viaje ante la pertinaz sequía que afecta a los pastizales. La travesía huye de los tópicos, siembra acertadas metáforas y emociona por las analogías que encontramos con la vida real. Ese camino está trufado de encuentros con otros seres vivos, algunos combatientes contra la desigualdad, otros rebosantes de sabiduría, todos amigos y compañeros en un episodio, tal vez sin punto final, que inician a través del mar. Narrado con profunda sensibilidad, el relato es un original alegato no exento de pinceladas de humor e incluso adivinanzas, el barniz para un puñado de historias descorazonadoras que reflejan el mundo actual. Rafa Vivas transforma los sentimientos en bellas láminas que representan algunos de los particulares personajes que se cruzan en el camino de este símbolo de las llanuras de Sudamérica.

Nuestro amigo es un cerdo como los que ya no se encuentran. Un porcino de verdad. No disfruta nada con las inclemencias meteorológicas y le encanta pasar el rato junto a su fiel círculo de amigos. Sin duda vive los días con intensidad y lo expresa con alborozo bien alto y claro: ¡oig, oig!  Gracias a las onomatopeyas podemos descubrir otros sentimientos del lechón a la vez que conocemos, incluso, algunas estancias de su morada. Todo ello representado con el personal estilo con el que Spanò construye su colorista e imaginativa propuesta gráfica. Para disfrutar en compañía y alimentar el buen humor de los más pequeños de la casa.

La historia, distribuida en estrofas de cinco versos con rima consonante, se centra en un personaje literario muy familiar para los más pequeños de la casa. Se trata de acercamientos humorísticos a ese ser rosáceo, habitante de tantos cuentos, suministrador de tantos alimentos, que muestran a los primeros lectores las posibilidades lúdicas del lenguaje.
Las ilustraciones en color, muy descriptivas, nos presentan a marranos de todas las latitudes. Cerditos que cautivan en sus andanzas cotidianas con divertidas chanzas y situaciones que provocarán más de una sonrisa gracias a la excelente labor del traductor, que ha conseguido conservar la frescura y la esencia original del texto y transportar su encanto a otro lenguaje.

Aquella vida, marcada por los ritmos de la naturaleza, los sacrificios y los ciclos vitales de los animales que rodean a Ángela, está a punto de transformarse en un nuevo episodio, cargado igualmente de sentimientos contradictorios y ganas de seguir caminando descalza, sintiendo la hierba crecer. La aparición de un niño rubio en su particular universo, compuesto hasta entonces por los familiares y por los cerdos, caballos y resto de seres vivos que rodean a la muchacha en su devenir diario, revoluciona el orden de prioridades y convicciones de la pequeña. Un proceso descrito con admirable sensibilidad y delicadeza por Patricia Metola, que aliña este bello texto de la galardonada escritora Mónica Rodríguez, cargado de recuerdos, con una colección de preciosas y emotivas ilustraciones, como el relato; minimalistas y de trazo indefinido, a la altura del amor que sienten los jóvenes protagonistas.

Juan y Dora, los protagonistas de esta historia, son grandes amigos. Comparten muchos momentos juntos y les gusta ver nubes, escuchar música, decirse cosas con las que se ríen... pero un día se enfadan por unos dibujos, y deciden no verse más. Después, en soledad, cuando cada uno está en su casa se ponen tristes porque piensan que el otro ya no es su amigo. Se relajan y piensan en algo que les gusta y ambos coinciden en que es el otro. Al día siguiente, marchan a su lugar favorito y se dicen que se han echado de menos. Cada uno lo dirá a su manera y de nuevo jugarán y se cuidarán. La autora ha sabido plasmar muy bien el mundo infantil de cómo sienten/viven ellos la amistad.

No importa el tamaño, Cerdo y Bicho quieren ser amigos. Algunas actividades no las pueden realizar por la diferencia de tamaño pero juntos buscarán otras para compartir y pasarlo bien. Texto e ilustraciones muy expresivas se complementan para crear una historia amena y simpática.

Crispín, el cerdito protagonista, tenía de todo y en cada Navidad recibía más y más regalos. Pronto se cansaba de ellos y le duraban bien poco. Esta Navidad iba a ser especial, pues solamente encontraría una caja grande y con una nota tan sugerente que pensaba que iba tener dentro lo mejor de lo mejor. La sorpresa fue ver que no contenía nada. Enfadado tiró la caja a la calle. Otros quisieron llevársela para jugar. Crispín se niega... Y es aquí, donde comienza su gran aventura, y sobre todo el encuentro con unos amigos. Las ilustraciones son muy expresivas y redundan en la historia.

A la pequeña Zuppi le toca un cerdito en una tómbola. Pero ahora se les plantea un problema, ¿dónde cobijarlo? No les queda más remedio que hacerle una pocilga en el pequeño jardín de la casa alquilada, pero cuando se entera el casero les echa. El padre, que está en paro, encuentra trabajo de encargado para un club de fútbol. Allí Rudi corre a sus anchas por el campo de fútbol y se convierte en la mascota del equipo. Gracias a su velocidad, compite en diferentes carreras de cerdos y siempre gana. En una de esas competiciones conocerá a la que se convertirá en la mamá de sus cerditos.