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Gonzalo Moure, Premio Cervantes Chico

Gonzalo Moure, en un encuentro con sus lectores en la sede peñarandina de la Fundación.

"Es curioso, pero me doy cuenta de que mi profesión y gran parte de mi tiempo libre comparten a los niños como destinatarios. Enseño a montar a caballo a niños en la idea de que el jinete y caballo tienen que llegar a ser una misma entidad. El niño tiene que empezar por ser capaz de presentarse ante el caballo, a pie, como un caballo que, además, le marca el camino a seguir, como el mejor y el más seguro. El siguiente paso es compatir, ya fundidos, la maravilla de elegir ese camino, de disfrutar. No encuentro mucha diferencia entre esa idea y la que me lleva a escribir para niños y jóvenes. En realidad es la misma. Escribir para ellos, contrariamente a lo que se suele pensar, es más difícil que hacerlo para adultos. Hay que fundirse también, compartir el camino. Escribo Literatura Infantil y Juvenil con la convicción de que estoy enseñando a leer, entendiendo la lectura como un camino que lleva, que es en sí, libertad, conocimiento, y fusión conel alma humana colectiva. Enseñar a leer es enseñar la necesidad de leer siempre, para siempre, como una herramienta imprescindible para la vida, para el gozo y el sufrimiento, vital e intelectualmente."

Así reflexionaba Gonzalo Moure Trenor hace unos años acerca de su profesión y sobre la lectura en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, donde se celebraron tiempo atrás algunos encuentros con niños y jóvenes. El autor siempre ha destacado por su compromiso, profesionalidad y honestidad. Rasgos que, sin duda, el jurado del Premio Cervantes Chico ha tenido en cuenta a la hora de valorar toda su trayectoria.

Este galardón, uno de los más importantes, distingue anualmente a un escritor o escritora en lengua castellana cuyo recorrido creador haya destacado especialmente en el campo de la LIJ. Es concedido por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares (Madrid) y, además de en sus méritos literarios, tiene en cuenta la popularidad y la utilización de la obra como recurso educativo y didáctico.

Se otorga un reconocimiento público al autor galardonado, mediante el que se procura la difusión y el fomento de sus libros entre la población infantil y juvenil. Al mismo tiempo que se entrega el Cervantes Chico, se premia a escolares, familias y docentes de todos los centros educativos de la ciudad que hayan destacado por sus valores humanos.

Gonzalo Moure nació en Valencia en 1951. Cursó la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. En 1973 comenzó a trabajar en una emisora de radio escribiendo y presentando programas musicales y de crítica literaria. También dirigió espacios informativos y deportivos. En 1986 asumió la dirección de una emisora de radio en Ribadeo (Lugo) y tres años más tarde comenzó a dedicarse por completo a la literatura, retirándose al pueblo asturiano de Figueras.

A lo largo de su trayectoria ha realizado numerosos encuentros con jóvenes lectores, de los que siempre obtiene nuevas ideas para sus obras. Una carrera que ha estado jalonada de distinciones tan importantes como el Premio Jaén de Literatura Juvenil 1993, por A la mierda la bicicleta. Lista de honor del IBBY 1994, por Geranium; Premio Barco de Vapor 1995 por, Lili, Libertad; Lista de Honor del IBBY 1998 por El alimento de los dioses; Premio Jaén de Literatura Juvenil 1999, por El bostezo del puma; Premio Ala Delta de Literatura Infantil 2001, por Maíto Panduro; Premio de la Crítica de Asturias, categoría infantil y juvenil 2002, por Yo, que maté de melancolía al pirata Francis Drake; Premio Gran Angular 2003, por El síndrome de Mozart; Lista de Honor del Premio CCEI 2003, por Palabras de caramelo; Lista de Honor del IBBY (Modalidad Creación) 2004, por Maito Panduro; Premio Internacional de Literatura Infantil y Juvenil Anaya 2006, por En un bosque de hoja caduca, obra con la que también obtuvo el Premio Crítica de Asturias, de la Asociación de Escritores de Asturias, 2006, en la modalidad infantil y juvenil en castellano; y otros muchos...
 
La obra Lili, Libertad (1996), fue seleccionada en el VI Simposio sobre literatura Infantil y lectura, organizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en junio de 2000 como una de las cien obras de la Literatura Infantil española del siglo XX
 
Ahora su carrera toca techo con la concesión del Cervantes Chico, un trofeo que se otorga desde 1992 y con el que han sido reconocidos otros escritores de la talla de Concha López Narváez, Joan Manuel Gisbert, Gloria Fuertes, Montserrat del Amo, Martín Casariego, Jordi Sierra i Fabra… El pasado año, la ganadora fue Ana Alcolea.
 
El autor piensa que la infancia: "Es el tiempo eterno de una tarde de verano, es el paisaje inmenso de la imaginación de un pequeño cerebro, es la inocencia y el asombro ante aquello que a los adultos nos hace bostezar… Pero también es el descubrimiento del miedo, de las primeras frustraciones, de muchas decepciones…” 
 
Gracias a esta nueva distinción, estamos seguros que las próximas generaciones seguirán descubriendo, al mismo tiempo que todas esas cosas, su interesante obra, rica en matices, coherente, de gran calidad literaria y siempre solidaria con los más necesitados, a los que ha puesto voz en varias de sus novelas.
 
 
 

 

 
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