En todo el mundo existen cada vez más vendedores de periódicos de 9 años, trabajadores de un camión de basura de 13, trabajadores de una mina de arena de 15, ayudantes de una carnicería de 11. Los ejemplos mostrados en estas magníficas entrevistas/cuentos son sólo algunos de los casos posibles, que se cuentan por millones. Acompañan a este estremecedor libro una biografía de las comprometidas autoras, un glosario de términos y la Declaración Universal de los Derechos del Niño.

Con esta honda y conmovedora novela de raíces autobiográficas que se editó en 1968 –y que hasta ahora no se había publicado en España–, el gran escritor dejó una huella profunda en la literatura brasileña. Su maestría sigue transmitiendo las emociones de una historia inolvidable en la que el adulto se mete en la piel del niño de cinco años que se asomaba maravillado al mundo, armado de una poderosa imaginación y una sensibilidad extrema, pobres armas frente a la incomprensión de una familia curtida en la miseria, que no le salvaron del dolor de la pérdida y le hicieron aún más desgarrador el abandono de la inocencia, el destierro de la infancia.

Integrada en una colección comprometida con nuestro tiempo, esta obra bien acotada y precisa expone con un lenguaje sencillo la situación actual del trabajo infantil para que los jóvenes puedan formarse una opinión bien fundada. Parte de una perspectiva histórica y revela las modalidades de la explotación en numerosos países ejemplificadas con casos concretos. Tras dar a conocer las leyes y organizaciones que abordan esta realidad, solo cabe preguntarse qué podemos hacer para cambiarla. El caudal de información que proporciona el libro resultará especialmente valioso en el ámbito escolar para debatir, investigar y construir entre todos un mundo mejor.

Sin acceso al sistema de salud ni al educativo, explotados en penosos y mal pagados trabajos, refugiados en superpoblados y desavastecidos campamentos, tres cuartas partes de los niños de este mundo sufren carencias nutricionales y enfermedades, son víctimas de malos tratos, abusos sexuales, brutalidad de la guerra y son obligados a trabajar de sol a sol, a veces, instigados por sus propias familias que, sumidas en la pobreza y todos sus derivados (como la violencia, la irracionalidad y la desesperanza), acaban convirtiéndose en verdugos de sus pequeños. Buena muestra de ello tenemos en este álbum ilustrado, que posee el interés de acompañar las tres historias -protagonizadas por niños de tres continentes con altos índices de subdesarrollo- que se relatan con información pormenorizada sobre la trágica situación de la mayoría de los niños que pueblan el mundo, realidad que -debido a un erróneo instinto sobreprotector- suelen desconocer nuestros hijos. Para mover a la reflexión y a la acción.

En 1989 se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, 192 países la ratificaron. Sin embargo, en pleno siglo XXI, miles, millones de niños siguen pasando hambre, no tienen medicinas, no pueden ir a la escuela, ni disponen de tiempo para jugar, tienen que trabajar y sobrevivir. Las palabras de Alain Serres, las ilustraciones de Judith Gueyfier y las fotografías que muestran algunos rostros de esos niños, son una invitación a la reflexión y a la reivindicación. Incluye el texto íntegro aprobado en la Convención.

Basado en una larga lista de hechos semejantes, este cuento narra las dificilísimas condiciones de vida de Luis y Toni, dos amigos que deben dejar la escuela para trabajar en una mina de Mieres a principios del siglo XX. La mina es un sitio lúgubre y nauseabundo, pero Luis es contratado como ayudante de un topógrafo y Toni se encarga de cuidar a su caballo preferido, por lo que su trabajo no resulta tan sacrificado. Sin embargo, una grave explosión acabará con la vida de muchos obreros.

Nadia y Lucas tienen un lugar de encuentro: el membrillero. Bajo su sombra y alejados de las miradas de los adultos comparten sus secretos, entre los que se encuentra un libro escrito por ambos. La vida de Nadia no es fácil: su hermano está enfermo y su madre le dedica toda su atención. Menos mal que los ayuda su tío Nicolae. Pero la vida de Lucas es más difícil aún. No obstante, se tienen el uno al otro y juntos emprenden aventuras, juegan con las palabras, se divierten juntos e intercambian afecto. Pero pronto las cosas cambiarán.  El tono confesional, la narración de recuerdos íntimos (en momentos tiernos; en otros, difíciles) y el cuidado en una escritura tan evocativa como exacta hacen de esta novela una experiencia de gran carga emocional en la que el lector juvenil y el adulto pueden participar de distintos niveles de lecturas. La narración se desdobla en dos tiempos. Uno se sitúa en la infancia. El otro, en el momento en el que se escribe. La aportación del lector se centra en cuál de estos tiempos es aquel que marca su lectura. Recomendamos su lectura a partir de once años.

Un valioso documento en el que Dulari Devi, una artista de la India que ha logrado ser muy sobresaliente en su trabajo y, por supuesto, vivir de ello, nos cuenta el largo camino que ha sido su vida, desde la pobreza de su infancia hasta el bienestar y la expresión de la que disfruta ahora.
Una bonita manera de explicar a los niños que la importancia de tener algo que decir, importante e intenso para nosotros, puede permitir que el arte entre en nuestras vidas. Las ilustraciones, cercanas al estilo Mithila, nos transportarán a la India.

La historia de esta niña asiática, cuya suerte está vinculada a la de su aldea, ilustra la explotación infantil con sensibilidad y fuerza, a la vez que da esperanzas mostrando la reacción de una comunidad que se rebela. La denuncia va más allá, pues se adjuntan datos acerca del trabajo infantil en el mundo, para que los lectores tomen conciencia ante esta cruda realidad como primer paso para combatirla. La dureza del tema se equilibra con un acertado tratamiento intimista y con suaves acuarelas enriquecidas con collages.

Corrían los tiempos duros de la posguerra cuando el padre de Marcos, vendió a su hijo, entonces un niño de seis años, a un terrateniente para que lo empleara como cabrero en lo más aislado del monte. Damián, el viejo cabrero, le enseñó las artimañas necesarias para sobrevivir en aquellos parajes solitarios. Cuando el anciano desapareció un día, Marcos se quedó solo en su cueva ya no tuvo más amigos que los animales: una zorra, una culebra, una familia de ratas, los lobos... Cuenta que de todos se ocupaba y que entre todos le cuidaban. Y que entenderse con los animales era más fácil que hacerlo con las personas. La experiencia como niño salvaje de Marcos, que vivió solo 13 años en Sierra Morena, fue recogida por Janer Manila como tema de su tesis tiempo atrás. La conmovedora historia que oyó de labios del propio Marcos ha ido asentándose hasta cristalizar en novela mediante una sutil y delicada elaboración literaria. La voz del protagonista, ya adulto, va desgranando sus recuerdos de forma desordenada, soldando realidad y fantasía, al revelar la existencia de un ser humano frágil y sensible, marginado con crudeza, que encuentra en la naturaleza y entre los animales el único lugar amable que lo acoge.

Bien pudo haber vivido Miguel Hernández un episodio como el que aquí se recrea, en el que un Miguel niño que ya tiene obligaciones alberga la semilla de la poesía y con ella hace frente a la soledad y los temores, armado de palabras. Las responsabilidades que se vio obligado a asumir tenían su cara amable: un estrecho contacto con la naturaleza, que tanto le inspiró siempre, y la querencia hacia los animales, que tan bien conocía. Una vivencia bien ilustrada en las imágenes de este álbum que homenajea al poeta acercándolo a los niños.

Esta novela, de prosa ágil y sin ornamentos, refleja sin rodeos la realidad que sufren muchos niños en las áreas más pobres del mundo. Jóvenes que se ven obligados a trabajar como esclavos para saldar las deudas de sus padres. Situada en Pakistán, nos muestra una historia real escalofriante que, en ocasiones, pudiera ser solventada con la ayuda de gente comprometida. Describe una historia con final feliz que deja abierta la puerta a la esperanza para muchos otros que luchan contra esta misma realidad. Aunque bien es cierto que su autor trata de concienciar a los lectores sobre esta situación, la validez de la obra sobrepasa el puro didactismo.

Un libro informativo que acerca a los lectores la realidad de otros niños del mundo. En este caso se trata de pequeños egipcios que se dedican a vender recuerdos a los turistas que llegan hasta la ciudad de El Cairo para conocer las pirámides donde se encuentran las tumbas de los faraones Keops, Kefrén y Micerinos. Una aproximación a la vida cotidiana de estos niños, qué hacen, qué comen, a qué juegan... Un libro con excelentes fotografías, bien maquetado y editado.

Un niño superdotado para la música, una figura internacional atada a una madre sobreprotectora, e infeliz por las cosas que se está perdiendo de su infancia. Un anciano violinista callejero con bastantes limitaciones interpretativas, consciente de que jamás tuvo el don necesario para expresar con sus manos la música perfecta que su cabeza quería transmitir, pero feliz de vivir para la música, de vivir en libertad. Una relación extraña pero profunda que aparece inesperadamente cuando el niño y el viejo abren sus corazones y descubren que, más allá de los problemas cotidianos, la música es su vida. Un homenaje a la música, un canto a la amistad.

En la historia de este niño ucraniano los lectores pueden ver de cerca las dificultades de tantos inmigrantes que dejan su hogar atrás en pos de sus sueños. La música, que en su caso actúa como una fuerza redentora, muestra también una cara oscura, al ser convertida en negocio y espectáculo de masas, a través del niño prodigio superado por la presión de lo que se espera de él. Una historia de emociones que lleva también a la reflexión y, necesariamente, a la comprensión y la solidaridad.