Till el travieso

Quien quiera ser un verdadero bufón nunca ha de decir de esta agua no beberé. Porque se pondrá más de una vez en remojo y se verá en todo tipo de situaciones. Till lo supo ya de muy niño. Cuando no era más que un mocoso, lo llevaron a la iglesia para bautizarlo, como a todos los demás niños.
Allí ya le estaba esperando el muy ilustre señor párroco, con el agua bendita preparada para mojar la cabeza de Till, como está mandando, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.