El perfume envenenado

Una mañana de junio de 1791 Paca Agredilla, viuda y de profesión perfumera, llamó a sus tres hijos varones y dijo:
—Necesito que vayáis al campo.
—¿A por rosas silvestres, madre? —preguntó Felipe.
—Sí y también necesito hierbabuena y menta —contestó la Paca—. Pero, ¡ojo!, vestíos con ropa vieja, que no quiero que volváis llenos de rotos. Y procurad ser bien educados y no molestar a nadie.