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Aniversario del fallecimiento de Georges Prosper Remi, Hergé

El 3 de marzo de 1983 nos dejaba, a los 75 años, Georges Prosper Remi, conocido en el mundo del cómic como Hergé (el seudónimo salió de la pronunciación de sus iniciales REMI, Georges: R. G.) Sobre la mesa dejó inacabada una aventura de su héroe más conocido, Tintín, y el expreso deseo de que ningún otro artista continuara con el legado.

De esta forma, los bocetos y notas de aquella obra (Tintín y el Arte Alfa) se convirtieron en el epitafio del autor, el álbum fue publicado a título póstumo tal y como quedó en el momento de su fallecimiento. En 1987 cerraron los estudios Hergé, cuyo legado ha sido recogido por la fundación homónima, y un año más tarde bajó la persiana la emblemática revista Tintín, dejando a todos sus seguidores huérfanos de un personaje irrepetible, testigo directo de los principales acontecimientos sociales y políticos del siglo XX.

"Comprensivo e indulgente, generoso pero reservado, curioso, ponderado, entusiasta pero prudente, previsor, minucioso en extremo, abierto a la discusión pero no polémico, preocupado por pesar el pro y el contra de los acontecimientos... Desde su más tierna infancia sus padres solo tienen un medio para hacerle estar quieto: darle lápiz y papel", tal y como le describe Numa Sadoul en el imprescindible Conversaciones con Hergé (Juventud), un profundo análisis de su trayectoria personal y profesional.

La vocación le llegó temprano, cuando acudía a la Escuela nacional nº 3, en Ixelles (un suburbio de Bruselas, Bélgica), era habitual verle dibujando en los márgenes de sus cuadernos las aventuras de un niño que luchaba contra los alemanes (invasores de su país), esbozos mudos en los que ya se veía su interés en la construcción de un pequeño héroe.

Sin embargo el antepasado directo del personaje con el que se dio a conocer lo podemos encontrar en Totor, una historieta sobre boy-scouts (cuando él pasó a formar parte del grupo La patrulla de las Ardillas en esta organización); con la que participó en la revista Le Boy-Scout Belge.

Con el ingreso en el diario Le XX Siècle, como empleado en el servicio de suscripciones, mantiene su afición por dibujar historietas. Allí sigue desarrollando ese tosco personaje en el que podemos ver algunos rasgos propios del posterior Tintín, a la vez que -influenciado por sus lecturas personales y por los numerosos viajes que realiza en el seno del grupo (campamentos itinerantes a España, Suiza, Austria, Italia...)-; va anotando numerosos apuntes que luego podrá emplear en las aventuras de sus nuevos personajes.

Es en 1928 cuando, con motivo del primer número del suplemento juvenil de ese diario, el padre Wallez confía a Hergé la responsabilidad total de lo que aparezca en sus páginas. A partir de un guion de un redactor deportivo del rotativo idea las aventuras de Flup, Nénesse, Poussette et Cochonnet. Influenciado también por las lecturas de cómics llegados desde el otro lado del océano, y para huir del tedio que le suponía trabajar en esas tiras por las que se sentía poco atraído, el 10 de enero de 1929 comienza a elaborar Tintín en el país de los soviets, que aparecerán por entregas.

Poco imaginaban Tintín y su fiel perro fox-terrier, Milú, que aquel viaje en ferrocarril destino a la Rusia bolchevique supondría el inicio de una travesía de más de cuarenta años que les haría ser conocidos en todos los rincones del mundo y que siguen cautivando generación tras generación, a pesar de que no hayan tenido la oportunidad de "actualizarse", como ha ocurrido con las aventuras de Astérix (las herederas de Uderzo y Goscinny sí accedieron a que nuevos y prestigiosos dibujantes reinterpretasen sus hazañas para fortuna de los lectores de hoy; el caso de Spirou es diferente, ya que los derechos pertenecían a su editorial, y también tiene un prólogo fascinante y de altísima calidad con las distintas versiones que están publicando famosos creadores contemporáneos, por cierto con numerosos guiños y homenajes a las historias de Tintín en sus páginas)

Las aventuras de Hergé, Jose Louis Bocquet, Jean-Luc Fromental y Stanislas, en Norma Editorial.

En 1930, tras el regreso triunfal de los personajes a la estación del Norte de Bruselas (en las viñetas aparece el propio Hergé acreditado como redactor-jefe del Petit Vingtième que forma parte de la comitiva que recibe al "periodista"); aparecen nuevos personajes en sus páginas: Quick et Flupke. Al mismo tiempo comienza la expansión internacional de Tintín, con la inclusión de esa primera aventura en un semanario francés.

En 1932 tienen lugar varios hechos en su vida personal que le marcarán profundamente, por un lado su boda con Germaine, por otro la decisión de Casterman de hacerse cargo de las ediciones de esas primeras hazañas del pequeño héroe, ampliando su proyección. Y, finalmente, el encuentro con el joven chino Tchang Tchong-Jen, estudiante de la Academia de Bellas Artes de Bruselas, que despertará en el autor belga el interés por informarse exhaustivamente sobre los lugares que visite el chico del flequillo, esto le convierte en un profesional riguroso y comprometido con su trabajo, rasgo que define su trayectoria hasta su muerte.

En esa década, dado el enorme éxito de las publicaciones, y el ritmo vertiginoso que exigen las propuestas, decide empezar a contar con colaboradores externos, hombres y mujeres que se harán muy famosos gracias a sus contribuciones y que, tiempo después, labrarán una carrera propia, como es el caso de Edgar Pierre Jacobs, Alice Devos (en ese tiempo no era habitual incluir en sus equipos a mujeres y él lo hizo)...

La escasez de papel por la guerra moldea la estructura de los cómics pasando a reducir su extensión a 62 páginas, una característica que, en el caso del cómic europeo, aún sigue vigente hoy día.

Con su nombramiento como redactor jefe del periódico Soir Jeunesse, suplemento de Le Soir, en el que colabora realizando viñetas humorísticas, y posteriormente del semanario Tintín, desarrolla el corpus central de la bibliografía de Tintín y sus amigos hasta que en 1946 es acusado de colaboracionismo y queda relegado de las publicaciones (curiosamente los nazis habían prohibido Tintín en América y La isla negra años antes). Al respecto hay que señalar que sus viñetas "políticamente incorrectas" realizadas durante la juventud, fueron corregidas en los años posteriores al fin de la contienda bélica. 

Sorprende este pasaje de su vida al leer críticas tan feroces al fascismo como las que encontramos en obras como El Cetro de Ottokar (con la inclusión paródica de un militar bautizado como Müsstler, fusión de Mussolini y Hitler), o las denuncias contra la invasión japonesa de la Manchuria china en El Loto Azul, la inacción de las potencias europeas en los conflictos bélicos contemporáneos a su época o, con posterioridad, las proclamas pacifistas que pueden identificarse en la última gran aventura completa, Tintín y los Pícaros.

La inclusión, con pocas pruebas, en esa lista negra no impide que siga desarrollando ideas para los que, ya en las décadas de los cincuenta y sesenta, constituyen las obras maestras de su madurez como autor. Además, en 1950 crea los estudios Hergé en los que tendrá a su servicio una decena de colaboradores (hombres y mujeres).

En los sesenta, atraído por el arte abstracto, viaja a diversas partes del mundo, momento en el que recibirá un cálido homenaje (tal vez el que nunca había recibido hasta entonces en Europa), por parte de los grandes nombres del comic book norteamericano (en el I Congreso del Cómic de Nueva York, 1972) Sirve para "despertar" a la crítica a este lado del océano, que en 1973 trata de compensar con la concesión del Gran Premio "St. Michel" por el conjunto de su obra, el Premio Ardenne o la inauguración de una estatua de Tintín y Milú (creada por Nat Neujean), en el parque Wolvendael (Uccle, Bruselas). Homenajes que culminan con la entrega de la Medalla de Plata Sobredorada en la IV edición del hoy emblemático festival de cómic de Angouleme (Francia), y el grado de Oficial de la Orden de la Corona en su ciudad natal.

Hergé Museum, en Ottignies-Louvain-la-Neuve, cerca de Bruselas (Bélgica), lugar de peregrinaje obligado para todo/a buen tintinófilo.

En sus últimos años de vida se sucedieron emocionantes tributos a su obra por todo el mundo, desde la creación de una exposición itinerante hasta la emisión de sellos o la condecoración impuesta por Disney (homenaje insólito nunca antes realizado por la compañía norteamericana), incluso se bautiza con el nombre de Hergé a un pequeño asteroide entre Marte y Júpiter descubierto en la década de los 50, justo cuando acababa de publicarse Aterrizaje en la Luna (no olvidemos que Tintín y Haddock llegaron antes al satélite que los americanos)

Los veinticuatro álbumes de Las aventuras de Tintín, cinco de Las aventuras de Jo, Zette y Jocko (difíciles de encontrar en España) y doce protagonizados por Quique y Flupi constituyen un legado único que ha inspirado a numerosos autores con posterioridad e iluminado millones de infancias y adolescencias en todo el mundo.

Cada año se compran en el planeta en torno a tres millones de álbumes protagonizados por el joven pizpireto con flequillo, aventuras que han sobrevivido al paso del tiempo, a los popes de la corrección política, a los detractores que se basan en hechos inciertos y ajenos al corpus de la obra. Son historias que han sido traducidas a más de cincuenta y ocho idiomas (hasta al esperanto y al latín), se han convertido en un fenómeno que ha dado pie a libros piratas, parodias, objetos publicitarios, videojuegos, series de televisión y variadas adaptaciones cinematográficas (la más ambiciosa es la que emprendieron dos tintinófilos confesos, Steven Spielberg y Peter Jackson, hace unos años y que ha quedado inconclusa)

Sus historias han llegado hasta el Parlamento francés, institución que debatió encendidamente hace unos años sobre la compleja ideología que sugiere el personaje. ¿Cuál es el secreto de su inmortal éxito? Tintín, sin duda, se relee durante toda la vida, como decía uno de sus muchos coleccionistas en una entrevista en la revista Leer, en abril de 2003, "a los siete años te gusta la historia, a los 14 se redescubren los detalles, a los 20 se aprecia la belleza del trazo y a los 50 se busca su filosofía".

Para profundizar en la figura de este autor que revolucionó el género (sin quererlo), te recomendamos la lectura de obras como Hergé por él mismo, de Dominique Maricq (Moulinsart, 2020); Las aventuras de Hergé, de Jose Louis Bocquet, Jean-Luc Fromental y Stanislas (Norma Editorial, 2011); Tintín-Hergé. Una vida del siglo XX, de Fernando Castillo Cáceres (Fórcola, 2011); El arte de Hergé 1907-1937, de Philippe Goddin (Zendrera Zariquiey, 2008); Conversaciones con Hergé, de Numa Sadoul (Juventud, 1986) -del que hemos extraído algunos de los pasajes que componen este artículo-; y el formidable estudio Tintín. El sueño y la realidad, de Michael Farr (Zendrera Zariquiey, 2002), en el que se analizan una a una, de forma pormenorizada, cada una de las historias que publicó el autor.

Puedes leer las reseñas de todas estas obras en Canal Lector.

 

 
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