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Comprensión lectora: Desarrollo de habilidades interdisciplinares (Primera parte)

(Una propuesta basada en un artículo de opinión)

Consideraciones previas

El desarrollo de estos apuntes parte de la consideración de que la tipología textual, escenificada en la prensa, es en estos momentos el medio más atractivo para trabajar la comprensión lectora desde una perspectiva interdisciplinar.

Y ello por varias razones.

Primera, porque cualquier género periodístico concita en sí mismo conocimientos e instrumentos metodológicos específicos de muchas disciplinas. En un texto periodístico los datos que se nos ofrecen son porosos y permeables, y en su mayoría incomprensibles si no se relacionan con otros saberes.

Segunda, porque permite utilizar sus textos como plataforma ideal para reescribir y organizar dicha información en función de los intereses de cada área. Cada texto se puede volver a escribir respetando las exigencias formales de las distintas ciencias del currículo, con intencionalidad y finalidad comunicativa distintas.

Tercera, porque constituye un método extraordinario para conocer cuáles son los conocimientos previos que el alumnado posee de la realidad estudiada, y, al mismo tiempo, permite aquilatar si aquél maneja conocimientos verdaderos, aceptados por las distintas ciencias, o si, por el contrario, utiliza tópicos, prejuicios y lugares comunes, que, incluso, y sin previo aviso, suelen aparecer en los libros de texto.

La lectura de ciertos textos periodísticos en clave interdisciplinar es, en estos momentos, la fuente más accesible –la otra sería Internet– para aumentar los conocimientos del alumnado.

Cuarta, porque se trata de un modo utilísimo para el uso flexible y plural, interdisciplinar en suma, de las ideas, léxico y esquemas organizativos presentes en los textos leídos.

Quinta, porque la temática que ofrece la prensa está mucho más cerca de los intereses inmediatos del alumnado. Temática que, además, permite un tratamiento sincrónico y diacrónico de cualquier conocimiento. Y, por supuesto, intercultural.

Sexta, porque este tipo de lectura pone en movimiento aquellas habilidades que posibilitan el desarrollo de la competencia lectora de la persona: identificar y rescatar, interpretar, valorar y organizar lo leído. Sin el cultivo de estas habilidades se vuelve imposible la acción de entender y comprender un texto.

Un artículo de opinión

Para ilustrar lo que sugiero, utilizaré un artículo de Norbert Bilbeny titulado «No haced ruido, no haced ruido» y publicado en La Vanguardia (22 de septiembre de 2005). Lo usaré, pues, como pretexto para el desarrollo de la competencia lectora, aunque teniendo en cuenta también el desarrollo de algunas habilidades interdisciplinares, comunes a todas las áreas.
He aquí el texto de Norbert Bilbeny en La Vanguardia (22/09/2005):

NO SE APLICAN apenas sanciones contra motos y vehículos que nos destrozan el tímpano.

"Ya es imposible encontrar un lugar sin ruidos. En la ciudad, cuando no es el rugido de las motocicletas, es el volumen del televisor del vecino. Uno va al campo y es más de lo mismo: los motociclistas son aún peores. Y en el hotel siempre se oye a medianoche el televisor de la habitación de al lado. He querido comprobarlo este pasado verano. No me he podido librar del ruido. Toda España es ruidosa. Ya no se puede huir del mundanal ruido, aunque muchas ciudades del extranjero nos dan una lección en este sentido.
Hay una excepción: meterse bajo tierra en un pozo de nieve. Yo hago esta experiencia en el monasterio de Poblet. Allí se encuentra desde hace siglos su pou de glaç. Hay otros parecidos en muchas partes de la Península. En el que les digo, cerca de la antigua granja del monasterio, y bajo unos espesos tilos, se entra por un estrecho pasadizo abierto en la roca. El pozo es circular, de unos nueve metros de diámetro y quince de alto, con paredes de piedra y una perfecta bóveda de ladrillos con un agujero redondo en el centro, como el romano Panteón, por el que baja la luz del sol. Por ahí se sacaba antiguamente la nieve y el hielo que se guardaban para los medicamentos, comida y bebida de refresco. La palabra nevera viene de estos pozos de nieve o hielo, que parece ser que ya existían en la antigua Mesopotamia. El comercio del hielo, por otra parte, ya se practicaba en Grecia y ha durado hasta el siglo pasado. Al entrar en el pozo de Poblet se nota una temperatura moderadamente fresca y, sobre todo, no se oye nada. Me siento ahí, y trato de empaparme de silencio para los meses siguientes. La primera sensación es la del sonido del silencio, pero es imaginario. De la nada en cuanto nada, nada, decía Zubiri; pues del silencio algo parecido: puro silencio.
En Barcelona se puede experimentar algo parecido en la sala Beuys del CaixaForum, pero es bastante claustrofóbica y no le van a dejar meditar sentado en el suelo. Hay una sala de reflexión en la Universitat Pompeu Fabra, pero está cerrada. Pedí la llave, no me la prestaron y protesté por no poder reflexionar nada menos que en una universidad, donde más procede. "Si existiera para mí una patria, ésta sería el silencio", escribió Kafka. Sí, para muchos el silencio de estar solo con uno mismo, con sus recuerdos, su trabajo, o el silencio necesario para poder escuchar todas las notas de una música o un trozo de buena literatura, todo eso es su patria, no la de los himnos, petardos y todos los estruendos ciudadanos permitidos.
En Barcelona, por ejemplo, se hace un gran esfuerzo por cubrir calles, poner nuevos pavimentos y multar a los locales que provocan demasiado ruido, pero no se aplican apenas sanciones contra las motocicletas y vehículos que nos destrozan el tímpano y amargan la vida. "Bienvenidos al ruido", podemos decir al amigo extranjero. Pero el problema está en los vecinos mismos; la mayoría no protestan contra el ruido. Se han acostumbrado a él. Algunos parece que hasta lo necesitan. Sin embargo, el silencio es calidad de vida. "No haced ruido, no haced ruido" (Shakespeare, Rey Lear).
Propongo que construyamos refugios antirruido con subvención pública. De la misma manera que en Suiza hay 240.000 refugios blindados a cargo del Estado, y en España por lo menos 500 refugios antinucleares para familias ricas, no veo por qué no podríamos crear una red de pozos, casetas o paradores que nos salven del ruido. Norbert Bilbeny (Catedrático de Ética de la UB)


Metodológicamente, seguiré los tres momentos que conviene tener en cuenta cuando buscamos la comprensión de cualquier texto: el antes, el durante y el después de la lectura. Por cuestiones de espacio, tan sólo sugeriré algunas indicaciones procedimentales, pues el abanico de posibilidades desde esta perspectiva es muy amplio y variado.

A. Antes de la lectura

a. 1. Nos fijamos en el título

La palabra clave es «ruido».

En este caso, una actividad interdisciplinar significativa, entre otras muchas, consiste en proponer al alumnado la definición de ruido, sometiéndola a ciertas coerciones formales determinadas por su enfoque multidisciplinar. Por ejemplo: ¿cómo definir «ruido» en términos científicos, literarios, divulgativos, coloquiales y vulgares?
Hagamos una primera aproximación.
 

DEFINICIÓN DE «RUIDO»
Literaria                                                    
Científica                                                    
Divulgativa                                                    
Coloquial                                                    
Vulgar                                                    

 

Una vez definida la palabra, compararemos entre sí semejanzas y diferencias. Como complemento, buscaremos definiciones descriptivas y expositivas de «ruido» en distintas fuentes disciplinares, especialmente literarias, científicas y divulgativas.

a. 2. Nos fijamos en el autor-emisor del texto

Buscamos no un emisor cualquiera, sino el específico, determinado por el rol social que cumple quien ha escrito el artículo. Repárese en que quien firma el texto es un catedrático de ética. Ello nos sitúa en una perspectiva interdisciplinar curiosa, porque cabría preguntarse: ¿qué tendrá que ver la ética con el ruido si éste, como objeto de estudio, pertenece al ámbito de la física, de la ciencia, en suma?

  • ¿Qué puede saber un profesor de filosofía de ruidos?
  • ¿Tiene que ver la ética con el ruido? ¿En qué sentido?
  • ¿Nos merece más confianza la opinión de un catedrático de ética que la de un profesor de física?
  • Y la ciencia –en este caso, la física–, ¿tiene algo que ver con la ética?
  • En tu opinión, ciencia y ética, ¿tienen algo en común o deberían tenerlo?
  • ¿En qué casos debería intervenir la ética para «pararle los pies» a la ciencia? ¿Y a la inversa?
  • ¿Puede la ciencia sentar las bases de una ética? ¿Y viceversa? ¿Por qué?

B. Durante la lectura

Mientras leemos en el lector se produce un enfrentamiento cognitivo y afectivo, entre otras dialécticas. De ahí que este momento de la lectura tenga por objetivo específico aclarar todo tipo de «ruidos» textuales que dificulten la comprensión. Comprensión que depende de muchos factores: de los conocimientos previos personales, de la estructura del texto, de su léxico, de la intención y finalidad lectoras y del mismo lugar en que leemos.
Lo más llamativo del asunto es que muchas de las dudas que surgen sólo se pueden resolver apelando a un enfoque interdisciplinar.

b. 1. El porqué del título

En el curso de la lectura, no antes, descubrimos que el título pertenece a una frase de El Rey Lear, tragedia del dramaturgo inglés William Shakespeare.
Es una opción investigadora que nos ofrece el texto: enterarnos del argumento de dicha pieza teatral, es decir, averiguar si tiene algo que ver con el ruido o se trata, sin más, de una frase que, por ser de quien es, otorga al artículo cierta importancia.
Una vez leído, bien podemos preguntarnos si el artículo se podría haber titulado «¡Malditos ciudadanos, ya basta de ruido!» o «¡Aquí no es posible el silencio!» o «¡Por favor, dadme un lugar silencioso!».
Y, finalmente, recuperad el título al final de la lectura, para comprobar si resume la temática o la intencionalidad del autor al escribirlo.

b. 2. Referentes geográficos

No pueden pasarse por alto las referencias presentes en el artículo a Mesopotamia, Grecia, Poblet y Suiza. Y, por lo tanto, es una exigencia procedimental ubicar tales nombres en el lugar que les corresponde en un mapa.
Especialmente, interesaría saber a qué corresponde en la actualidad la llamada en la antigüedad Mesopotamia (de Mesós, «medio», y potamós, «río», en griego). Y, por supuesto, qué era el Panteón.

b. 3. Referentes históricos

Aparecen nombradas dos expresiones que pueden dar mucho juego investigador: los pozos de nieve y el comercio del hielo. El autor del texto les da una importancia significativa. Así pues, no resultará ocioso investigar qué eran los pozos de nieve, para qué servían (en medicina y alimentación), quiénes los cuidaban, a quiénes pertenecían, etc.
Y, por supuesto, es pertinente investigar cómo se llevaba a cabo el comercio del hielo por parte de los griegos: cómo lo fabricaban, qué rutas comerciales seguían, con quiénes hacían el intercambio…

b. 4. Referentes literarios

En el texto aparecen nombrados Shakespeare, Kafka y el filósofo Zubiri. El autor muestra cierta predilección por el segundo. Así que sería bueno indagar acerca de la vida y milagros de este escritor checo, llamado Franz Kafka, a quien el ruido parecía sacarle de sus casillas, como al propio Bilbeny.
 

b. 5. Referentes o supuestos científicos

Es imposible entender el mecanismo de funcionamiento de los pozos de nieve sin ciertos conocimientos científicos que versan sobre el hielo y la nieve.
Para ello, importa saber en qué consiste el calor latente de fusión del hielo, que, gracias a él, conserva muy bien el frío.
Es necesario conocer cómo se forma el hielo y la nieve.
Establecer cuáles son las diferencias entre ambos conceptos. Por ejemplo, el hielo es compacto y la nieve porosa. Lo pone de manifiesto su distinta densidad.
¿Por qué el hielo es un buen aislante y no lo es la nieve? ¿O también ésta lo es?
Y se puede investigar por qué la nieve aparece blanca. ¿Lo es en realidad? ¿A qué se debe?
 

Este texto es una colaboración de Víctor Moreno

 
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Un Lector
Es una gran propuesta para transformar el aula. Qué bueno que publicaran la segunda parte.