Buscar por    
Edad
  
País
  
  Género
  
Soporte
   
Temas
Estás en : Home  /  Buenas ideas  /   El arte de contar cuentos

El arte de contar cuentos


Importancia del cuento

Para Gianni Rodari los cuentos son la materia prima para los primeros coloquios entre madre e hijo. Sus palabras tienen un peso y una fuerza inigualables porque han sido fijadas una a una, en un proceso de creación colectiva.

Desde los primeros años el niño ha de tener un instrumento que ayude a su fantasía a construir sólidas estructuras, a reforzar su capacidad de imaginación. Este instrumento es el cuento.  Los cuentos abren al niño un amplio abanico de posibilidades que, en su pequeña experiencia cotidiana, posiblemente no hubiera imaginado nunca por su variedad de temas, situaciones, ambiente y personajes.


A partir del cuento el niño conocerá la bondad de unos, la difícil vida de ciertas personas, los problemas y luchas por la existencia entre los hombres y entre los animales, los diferentes tipos de vida según ambientes y sociedades, y cómo se pueden ver las cosas a través de otros ojos.


Para Bruno Bettelheim, lo que tienen de positivo muchos cuentos es que plantean una serie de situaciones problemáticas que el héroe o protagonista de la historia –con el que el niño tiende a identificarse- acabará solucionando.
 
Ventajas que reporta la narración de cuentos a los niños

  • Su función principal es proporcionarles alegría y emociones.
  • Nutre y estimula su espíritu.
  • Ejercita los músculos emotivos de su inteligencia.
  • Abre nuevos horizontes a su imaginación.
  • Despierta su espíritu creador.
  • Distiende la atmósfera del aula, la biblioteca y el hogar.
  • Establece corrientes de confianza entre maestros/bibliotecarios/padres y niños.
  • Forma hábitos de atención.

Diferencia entre leer y contar un cuento

Contar:

  • Lo prefieren los niños.
  • El narrador es más libre y espontáneo.
  • Se mueve, observa al auditorio, gesticula, usa sus ojos y manos.
  • Las palabras fluyen sin forzarlas.

Leer:

  • Les gusta menos a los niños.
  • El lector está encorsetado.
  • El libro estorba y ata al lector.
  • El texto dirige automáticamente al lector y le quita espontaneidad.

Algunas preguntas previas a la elección de cuentos

  • ¿Existe una trama viva cuyas acciones se suceden rápida y naturalmente?
  • ¿Las imágenes son sencillas sin caer en la vulgaridad?
  • ¿Existen repeticiones que pueden dar seguridad a los más pequeños?
  • ¿Pueden los niños identificarse con los protagonistas?


Cualidades que los niños aprecian de los cuentos

  • La rapidez de la acción: en cada párrafo sucede algo interesante.
  • Que traten de los que hacen los protagonistas, no de lo que piensan o sienten.  
  • Los acontecimientos vienen encadenados, in crescendo; ningún problema hace retroceder el pensamiento.
  • Sencillez teñida de encanto y misterio: imágenes familiares animadas por lo maravilloso.
  • Elementos reiterativos, repeticiones acumulativas cuya virtud consiste en acentuar la nota familiar. 
  • Excitar el aspecto humorístico del relato y facilitar el esfuerzo de atención.

Características de los cuentos para narrar

  • Han de tener argumento: presentación de los personajes, situación conflictiva que debe resolverse, acción de los protagonistas y desenlace.
  • El protagonista ha de ser el enlace de toda la historia.
  • No habrá historias paralelas que complicarían la comprensión.
  • La solución al conflicto llegará en el último momento.
  • El cuento habrá de estar adaptado a la edad y características de los oyentes.
  • Duración equilibrada a oyentes y situación.

Cualidades de un buen narrador 

  • No es lo mismo leer que narrar. El éxito del cuento depende en gran parte del narrador.
  • Se narrará realizando una pronunciación correcta, pausada, para facilitar la audición.
  • La narración irá impregnada de vida, de colorido, de matices de voz, de gestos y ademanes, de acciones mímicas, identificándose el narrador plenamente con los personajes. Se vivirá la historia.
  • A través del cuento el niño debe ver en su imaginación lo que está oyendo.
  • El maestro debe narrar con los niños a su alrededor, en semicírculo, nunca detrás. El niño tiene que observar todas las acciones y gestos del narrador quien debe narrar captando la atención de los chavales.
  • Emplear un tono de voz media, que nos permita el susurro y el grito, utilizando diversas inflexiones de voz.
  • No utilizar láminas o ilustraciones la primera vez que se narre el cuento. Estas pueden perturbar el juego de la imaginación creadora, desviando la atención del niño hacia detalles secundarios de los dibujos.
  • Tiene que preparar minuciosamente su actuación, cuidando cada detalle, adecuando su relato a la audiencia, utilizando palabras expresivas y motivadoras, su actitud ha de ser amable, casi tierna, no perder de vista en ningún momento a los niños, tener confianza en sí mismo.
  • El narrador cuidará con «precisión el ritmo, el gesto, la pausa que marca el final de cada frase, cierra las descripciones, aumenta la intriga del desenlace, sirve para crear expectativa, asegura el buen orden de la narración, ofrece el niño la oportunidad y el tiempo necesarios para asimilar lo que acaba de escuchar y aumenta el deseo de escuchar lo que viene a continuación».

Recomendaciones para el narrador

  • Ha de vibrar con el relato, haberlo sentido íntimamente.
  • Jerarquizar las ideas y los sucesos.
  • Debe transmitirse la esencia del relato, su sabor característico, su punto de vista (humorístico, patético, instructivo…)
  • Dibujar la estructura o eje del relato; después reconstruirlo con estilo propio.
  • Lograr una compenetración íntima con el auditorio (olvido de sí mismos).
  • Desnudar el relato de los artificios de estilo, descripciones, interpolaciones o digresiones.
  • Debe entrenarse en la narración: aprender el cuento de memoria (pero huir de la memorización al reproducir porque produce rigidez y destruye la naturalidad), interiorizarlo, asimilar la idea y el vocabulario y practicar ante un auditorio de confianza.
  • Cuidar los aspectos logísticos del relato: los oyentes, sentados en semicírculo, cerca del narrador, para que todos vean su rostro; obtener serenamente un silencio expectante.
  • El lenguaje ha de ser el del narrador.
  • No interrumpir jamás el relato, se rompería la magia.
  • Captar toda la emoción y el interés desde el principio.
  • Contar –vocabulario y dicción- sencillamente, lógicamente, con entusiasmo y naturalidad.
  • El interés crecerá progresivamente, velozmente, para terminar con un final efectivo.
  • Buscar la brevedad, la sucesión lógica de las ideas y la claridad de la verbalización.
  • Ponerse en la piel de los personajes, no interpretarlos (el oyente no podría imaginar a su manera).
  • Movilidad de la mirada buscando expresividad y captar atenciones dispersas.
  • No forzar el temperamento del narrador; perdería espontaneidad y sensación de placer.
  • El valor dramático de un intérprete depende, ante todo, de la claridad y la fuerza con la que se presentan los acontecimientos y tipos humanos que describe.
  • El narrador debe «ver» lo que cuenta, e incluso más de lo que cuenta.
  • Tranquilidad, no turbarse jamás, sangre fría y destreza.
  • Hacer presentir –mediante la expresión verbal y corporal- la broma y dejar tiempo para saborearla.
  • Importancia de la voz: modulación sugestiva para expresar los distintos sentimientos, variar las entonaciones y contar como si estuviéramos viviendo.
  • No sólo cuenta la voz: los gestos envuelven, enganchan, impresionan; los ojos atraen la atención; las manos captan el interés, imprimen fuerza y expresividad.
  • Variar el tipo de cuentos: cuentos populares, cuentos de autores modernos, historias protagonizadas por animales, personajes humanos, relatos fantásticos o realistas.

Recreación del cuento

  • Se comienza diciendo el título del cuento.
  • Al empezar la narración hay que utilizar una serie de frases clásicas:  «Érase una vez», «había una vez», «sucedió un día en un país muy lejano», «vivía una vez»…
  • Prosigue la narración. Debe saberse bien el cuento para evitar dudas, detenciones o rectificaciones que rompen el encanto de la historia y desvían la atención.
  • Emplear oportunamente onomatopeyas que dan gracia y vida al cuento.
  • Cuando sucedan escenas semejantes, repetir el diálogo con las mismas palabras, en boca de otros personajes. Se graban mejor las acciones en la mente infantil, ya que le gusta la repetición de frases y estribillos.
  • Se termina con alguna frase ritual: «Y fueron felices», «y colorín colorado», «colorín colorete, por la chimenea sale un cohete», «y como dice Don Fermín, este cuento llegó a su fin», «y para que no se nos borre de la memoria, comeremos un trozo de zanahoria»...

Por Kepa Osoro    

 

 
Envíanos tu comentario: