Celestino Grillo

Después de tantos meses de invierno sin música ni alegrías, Bárbara había olvidado todo su repertorio musical.
-Estaba el señor Don Gato cantando debajo del agua... El corro de la patata no es... -decía suspirando mientras contemplaba con tristeza el jardín, que, ante la llegada del buen tiempo, parecía murmurar despreocupado: «Canta, cigarra, ¡canta!»
La cigarra se aclaró de nuevo la voz, pero de poco sirvió: si no le salía el estribillo, no había nada que hacer.