El club de los asesinos limpios

Cuanto Antonio entró en el despacho de su tío y vio su cuerpo tendido sobre la mesa ahogó el grito que le llegó a la garganta y pensó con rapidez de rayo. Por eso, hizo dos cosas bastante inusuales y que le supusieron, al principio de todo, sentirse culpable: primero, recogió la carta que el hombre inconsciente apretaba en su mano derecha; después, colgó el teléfono que emitía señales de comunicando para marcar la tecla "rellamada" y anotar el número que se iluminó en la pequeña pantalla del moderno aparato: 98 515 86 77. Después comprobó que el notario aún vivía y pidió ayuda.