Quien tiene boca, se equivoca. Ya lo decía el refranero. Conejo parece orgulloso, por momentos un tanto engreído, obcecado en construir SU ciudad. Pero distintos animales humanizados se suman espontáneamente al proceso, con la mejor voluntad, para contribuir (o, al menos, intentarlo) a que esa urbe luzca colorida, alegre y llena de vida. Algo que no termina de agradar al protagonista. Pero la soledad es una mala compañera y obliga a hacer examen de conciencia...Seguro que recordáis «No es una caja», el título con el que Antoinette Portis se dio a conocer hace casi una década, alcanzando gran popularidad y cotas inesperadas para la obra (entre otros reconocimientos fue incluido como uno de los mejores libros ilustrados del año por The New York Times). En esta secuela retrata con acierto esa faceta de juego libre e imaginativo que nunca debería perderse en los más pequeños. La propuesta gráfica, un collage de cajas y un puñado de animales humanizados que se comunican con elementos del lenguaje del cómic, sugiere como un material tan sencillo y accesible puede convertirse en el más excitante juguete. Al mismo tiempo, traza un análisis de sentimientos comunes en la infancia, con un epílogo que demuestra la necesidad de encauzar los malos sentimientos para vivir en armonía.
Quien tiene boca, se equivoca. Ya lo decía el refranero. Conejo parece orgulloso, por momentos un tanto engreído, obcecado en construir SU ciudad. Pero distintos animales humanizados se suman espontáneamente al proceso, con la mejor voluntad, para contribuir (o, al menos, intentarlo) a que esa urbe luzca colorida, alegre y llena de vida. Algo que no termina de agradar al protagonista. Pero la soledad es una mala compañera y obliga a hacer examen de conciencia...Seguro que recordáis «Seguir leyendo
NO ES UNA CAJA ES UNA CIUDAD

- Soy el mejor constructor del mundo
- Voy a construir una ciudad.
- ¿Puedo ayudarte?
- No necesito ayuda.
- ¡Yo soy muy alta!
- Bueno, está bien. Pero esta es mi ciudad.