Corre, chico, corre
Era por la mañana, temprano. No había alma viviente por las calles. David tomó de la mano a su hermano pequeño y le dijo:
–Ven, Srúlik, vamos a pasar al lado polaco.
– ¿Cómo?
–Como lo hacen los traficantes. Lo he visto, disponen de un boquete en el muro, en la parte trasera de la casa que tenemos enfrente.
Srúlik se entusiasmó, ya que su hermano y él, de una edad parecida, no solían estar de acuerdo. Esta propuesta le emocionó.
–¿Qué hay en el lado polaco?
–Libertad y comida –le dijo su hermano.