Un caracol para Emma

La primavera había llegado con nubes pequeñas y blancas por el cielo, y con muchas golondrinas que pronto tomaron posesión de la cornisa de casa y de las vigas del establo para colgar sus nidos. Si tras la lluvia salía el sol y se secaba el agua de los charcos, el camino de los robles se convertía en un barrizal, y allí se concentraban las golondrinas para coger, pedacito a pedacito, todos los ladrillos de la casa.