Alberto y las palomas mensajeras

Sus padres no dejaban de repetírselo:
–Quítatelo de la cabeza, Alberto. No te lo vamos a regalar. ¡Vas a cumplir diez años! Eres aún muy pequeño.
Pero Alberto tenía la esperanza de que alguien de la familia cediera a sus deseos.
Era un curso en el que había estudiado fuerte. Muchos días no había bajado a la calle a jugar con sus amigos. Se había propuesto mejorar sus notas porque aún confiaba en la posibilidad de que unas calificaciones excelentes ablandaran los corazones y el bolsillo de sus padres...