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Orientaciones para la evaluación de la competencia lectora en Bachillerato (Primera parte)

Presentamos una serie de reflexiones y de pautas de trabajo para aquellos profesores que se lancen a la tarea de elaborar pruebas de evaluación de la competencia lectora en el Bachillerato. Lógicamente están pensadas para quienes se planteen esta tarea como un reto personal y profesional. A ellos podemos adelantarles que han elegido un buen camino para «comprender la comprensión».

Esta tarea, que puede parecer anodina y rutinaria, esconde enormes posibilidades de aprender sobre los complejos mecanismos que subyacen en un hecho tan cotidiano como es la lectura. A estas personas interesadas van dirigidas estas orientaciones que hemos elaborado con cariño hacia la lectura y con reconocimiento a los profesionales que tanto pueden hacer para enseñar a leer en el sentido más profundo de la palabra. El enfoque teórico que se adopta responde, en sus líneas generales, al marco de la evaluación PISA.

Existe una pregunta que debe hacerse el profesor antes de ponerse a preparar la prueba de evaluación: ¿qué quiere con esa prueba? Varias son las posibles respuestas. Puede que desee medir, obtener una medida objetiva de la variable considerada, ajena al resto de las medidas curriculares y didácticas adoptadas.

Es posible que su objetivo sea evaluar dentro del ciclo didáctico: programar, puesta en práctica y evaluar. También es lícito entender la prueba desde un punto de vista diagnóstico. Es decir, interesa en ese caso conocer el perfil del lector: en qué tipo de procesos y tareas lectoras va bien, en cuáles tiene dificultad, etc. Son tres objetivos posibles de la prueba, que generalmente van entrelazados. No obstante una reflexión previa ayudará a enfocar la prueba.

Estas orientaciones se presentan en dos partes. En una primera se dan orientaciones para seleccionar los textos que se van a incluir en la evaluación. En la segunda se sugieren indicaciones para elaborar buenas preguntas para evaluar esta competencia. Además, se incluye un anexo con cuadros para facilitar la elaboración de preguntas para evaluar la comprensión.

1. Seleccionar los textos para la evaluación

En una prueba de comprensión lectora el tipo de texto seleccionado no es irrelevante. Es una de las tareas que más suele preocupar a los profesores. Se trata de una labor muy importante. En principio, los textos seleccionados deben responder a diferentes situaciones en las que se usa la lectura (véase el marco PISA de lectura):

  • Lectura para uso privado (personal).
  • Lectura para uso público.
  • Lectura para el trabajo (ocupacional).
  • Lectura para la educación.

Los alumnos en su paso por el Bachillerato han debido leer y hacer pruebas de comprensión de textos tanto de tipo académico como no académico. Sugerimos que se incluyan textos de carácter académico de tipo divulgativo y de lecturas extraídas de los propios textos que utilizan los alumnos para el aprendizaje de las diferentes materias.

También recomendamos vivamente que los alumnos se ejerciten con pruebas que contengan textos «reales» de la vida: facturas, artículos de periódico, instrucciones para solicitar una beca o un piso de protección, etc. Se supone que el alumnado de Bachillerato debe estar en disposición de entender cualquier texto de la vida real y social.

Tampoco debe descuidarse la sensibilidad estética. Elija textos de gran valor literario. ¿Por qué elegir un mal texto si puede seleccionar uno de alta calidad? Si es posible, seleccione textos que, tanto en la forma como en el contenido, respondan a criterios de calidad.

Recuerde que la situación de evaluación no es la misma que se produce en la clase cuando se está trabajando una lección. En la situación de evaluación, los alumnos se enfrentan directamente con los textos sin la mediación del profesor; por eso es muy importante que la lectura no desencadene efectos secundarios en los alumnos (a veces porque trata temas que están viviendo personalmente; por ejemplo la enfermedad de un familiar, la muerte de alguien próximo, problemas de autoestima o de conflictos afectivos personales, etc). Estas situaciones, que en un planteamiento ordinario de clase pueden ser tratadas por el docente con delicadeza y un adecuado enfoque, cuando se trata de una situación de evaluación, al no darse esa interacción, no cabe ese ajuste y, por tanto, es mejor evitar ese tipo de textos en la prueba.

La evaluación como cualquier situación que se trabaja en las aulas está impregnada de valores. Aunque el objetivo de la evaluación no es trabajar valores, conviene tener en cuenta este aspecto a la hora de seleccionar textos, de acuerdo al proyecto educativo del centro (bien se trate de valores estéticos, de respeto al medio ambiente, de solidaridad, de tolerancia, entre otros).

Otro de los aspectos que conviene tener en cuenta es la longitud de los textos y la complejidad conceptual de los mismos. En esta etapa deben incluirse textos de cierta longitud (dos o tres páginas puede ser una buena medida). Además, debe tenerse en cuenta que estos alumnos han hecho un recorrido por el sistema escolar que les capacita para enfrentarse a textos de cierta complejidad y densidad conceptual (como punto de partida en esta etapa puede tomarse como referencia el nivel conceptual de los textos periodísticos y de divulgación científica presentes en el mercado).

PISA contempla una clasificación de textos en continuos y discontinuos.
Son textos continuos los siguientes:

  • Descriptivos (descripciones subjetivas y técnicas).
  • Narrativos (relatos, informes, noticias, etc.)
  • Expositivos (ensayos, definiciones, explicaciones, resúmenes, actas, interpretaciones, etc.).
  • Argumentativos (comentarios con razonamientos, argumentación científica, etc.).
  • Instructivos (indicaciones, reglas y estatutos, etc.).

Son textos discontinuos los siguientes:

  • Según su estructura: listas sencillas, combinadas, de intersección, intercaladas, de combinación, etc.
  • Según formato: formularios, hojas informativas, avisos, anuncios, cuadros y gráficos, tablas y matrices, mapas, etc.

También se contemplan los hipertextos y los textos electrónicos. Es interesante, por lo tanto, incluir en las diferentes pruebas que se hagan a lo largo de la etapa estos diferentes tipos de texto. En el presente trabajo nos hemos centrado, por razones de economía de espacio, en los textos continuos, pero ello no significa que los discontinuos no deben ser tratados con la misma entidad e importancia.

Caben dos posibilidades a la hora de elaborar pruebas de evaluación: o bien seguir el modelo PISA, que incluye en una misma prueba textos de diferente tipo; o bien hacer evaluaciones diferenciadas por tipos de texto. Cada opción tiene sus ventajas e inconvenientes. Nosotros nos inclinamos por realizar pruebas diferenciadas según los tipos de texto, entre otras razones porque deben hacerse en todas las áreas del currículo y en el contexto de una evaluación formativa.

 

Este texto es una colaboración de Ángel Sanz Moreno

 
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