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¿Cómo acceder hoy a la información? (Segunda parte)

Técnicas de lectura crítica
 

  1. Definir tu propósito de lectura. Responde a estas preguntas: ¿Qué buscas en el texto?, ¿por qué lo lees?, ¿qué debes hacer con la información después de encontrarla?
    Un texto tiene mucha información y sirve para diversidad de objetivos. Raramente nos interesa todo lo relacionado con un texto, por lo que es fundamental establecer previamente nuestros propósitos, antes de empezar a leer. El propósito determina no solo lo que buscamos sino también la manera de leer (lectura atenta, ojear, releer) y la manera de recoger los datos (tomar nota, memorizar, analizar, etc.). Tener claro qué buscamos permite saber cómo hay que buscarlo y permite desarrollar la lectura con más eficacia.
     
  2. Identificar los propósitos del autor. Escribe una oración de 15 palabras que empiece de este modo: El autor pretende...
    El autor y el lector no siempre coinciden en sus propósitos. Se escribe para informar, agradar, resolver trámites, convencer, divertir, etc. Saber qué pretende un autor es tan importante como entender las ideas principales de su texto.
    Lo corriente es escribir a favor de algo o sobre un tema desde una perspectiva, porque existen autores y textos que defienden otras opiniones y perspectivas. Nadie escribe defendiendo la obviedad (Estoy a favor de que el sol salga cada día) o la unanimidad (Creo que cada uno debe tener el derecho de cortarse el pelo como quiera). Por ello, es relevante preguntarse: ¿qué pretende el autor?, ¿quiénes defienden lo contrario u otras posiciones?, ¿qué intereses tienen uno y otros en esta cuestión?
    En el mundo actual dirimimos nuestras diferencias con el discurso: resulta fundamental saber leer lo que pretende cada texto (y cada autor).
     
  3. Retratar al autor. Responde a estas preguntas: ¿Qué sé del autor?, ¿qué lenguaje utiliza?, ¿qué estereotipos asume?, ¿qué opiniones expresa?
    Conocer al autor o investigar sobre él nos ayuda a descubrir sus intenciones y sus puntos de vista sobre el mundo. Si conocemos a un autor y hemos leído otros textos suyos, podemos aprovechar ese conocimiento previo; si no es así, resulta útil averiguar datos de él o ella. Tenemos varios recursos para hacerlo, que formulo en forma de preguntas:
     
  1. Describir su identidad: ¿qué nombre utiliza?, ¿qué sabemos de su biografía?, ¿qué ha publicado?, ¿qué información hay de él en la biblioteca o en Internet?, ¿qué piensan de él otras personas?
  2. Analizar su "idiolecto" (su forma personal de hablar): ¿qué idioma y qué dialecto usa?, ¿utiliza palabras o giros dialectales, tecnicismos o vocablos extranjeros?, ¿escribe con un lenguaje familiar, vulgar o estándar?, ¿en qué se diferencia de tu forma de hablar y escribir?
  3. Rastrear la subjetividad: ¿qué cosas califica como positivas y qué otras como negativas?, ¿qué punto de vista (crítica, aceptación, ironía, etc.) adopta sobre lo que dice?, ¿qué adjetivos utiliza para calificar a los sustantivos?, ¿qué adverbios usa para modificar a los verbos?
  4. Buscar estereotipos: ¿es sexista, racista o xenófobo?, ¿cómo se refiere a colectivos sociales o culturales determinados (gays, minusválidos, emigrantes, mujeres, etc.)?, ¿qué puntos de vista adopta sobre la ecología, la globalización, las desigualdades sociales, los derechos de los animales?

Fijémonos en este titular inventado: “Afortunadamente, en América el profesorado apoya a los demócratas, por Mikel Castells”. Sabemos que el autor tiene nombre vasco (Mikel) y apellido paterno catalán (Castells); que simpatiza con la ideología progresista, puesto que valora positivamente (afortunadamente) que la escuela prefiera los demócratas a los republicanos (en las elecciones en EEUU); que adopta usos lingüísticos no sexistas (profesorado en vez de profesores), y una perspectiva anglocéntrica, puesto que usa América para referirse a EEUU (cuando hay muchos otros países en este continente).

  1. Hacer explícito lo oculto. Lee el texto oración por oración y haz una lista de todo lo que se presupone, de los implícitos, de lo que los lectores debemos aportar para comprender el escrito.
    Un texto aporta solo una parte pequeña de la información que comunica: es como un iceberg, que esconde bajo el nivel del mar la mayor parte de su hielo. Los lectores debemos aportar toda esa información oculta (el hielo sumergido), que recuperamos de nuestra memoria y que constituye nuestro conocimiento previo. Así, en el ejemplo anterior, se presupone que estamos familiarizados con el sistema electoral estadounidense, que se compone de dos grandes partidos (demócratas y republicanos) con distinta orientación política. Resulta imposible entender el texto sin conocer de antemano estos datos.
    Es relevante tomar conciencia de la información oculta de un texto por dos motivos. En primer lugar, lo que no se dice constituye lo que el autor presupone que su lector ya sabe, de modo que fijándonos en eso podemos averiguar a quién se dirige el autor y a partir de aquí lo que pretende. En segundo lugar, muchas veces las intenciones auténticas de un escrito permanecen parcialmente ocultas, se presentan como algo ‘obvio’ o de ‘sentido común’. Así, el texto de Mikel Castells ignora al resto de países americanos que no son Estados Unidos y al resto de opciones políticas de este país que no coinciden con los demócratas o los republicanos; también nos da a entender que otros colectivos profesionales apoyan al otro partido.
     
  2. Describir el género discursivo. Responde a estas preguntas: ¿qué tipo de texto estás leyendo?, ¿qué sabes de él?, ¿cómo se suele usar?, ¿cómo lo utiliza el autor?
    El mundo actual está plagado de artefactos escritos que sirven para hacer cosas distintas en diferentes ámbitos. Una web, un programa de mano de una obra de teatro, una sentencia judicial, un informe económico, una carta de amor o unas instrucciones técnicas tienen pocas cosas en común. Por este motivo, conviene prestar atención a estas diferencias y leer de modo apropiado cada texto. El término género discursivo se refiere precisamente a cada uno de esos grandes tipos de texto (o “artefactos”, usando una palabra de la antropología), que tenemos en nuestra comunidad letrada. Fíjate en estas preguntas:
ANÁLISIS DEL GÉNERO TEXTUAL
Denominación ¿Cómo se llama?
Ámbito ¿Dónde se utiliza (disciplina, instituciones)?, ¿cuándo, cómo, por qué y para qué se utiliza?, ¿cómo se produce, difunde, circula y recibe?
Función ¿Para qué sirve?
Contenido ¿Qué dice?, ¿cómo se consigue ese contenido?, ¿cómo se formula (prosa, fórmulas, dibujos, fotos)?
Estructura y estilo ¿Qué partes lo componen?, ¿cómo se ordenan?, ¿qué grado de formalidad tiene?, ¿es muy especializado?, ¿utiliza mucha fraseología o terminología?
Historia y normas ¿Qué tradición tiene?, ¿cómo era en épocas anteriores?, ¿qué normas o tradiciones lo determinan?

Además de identificar el género, es conveniente que valoremos si su autor lo está usando de la manera convencional, según lo establecido por la tradición, o si está aprovechando el género para hacer otras cosas. Por ejemplo, algunas veces hemos visto a diputados y políticos que mostraban pancartas reivindicativas para defender sus ideas (Agua para todos, No a la guerra, etc.) en el Parlamento o el Congreso, en España y otros países; pero las pancartas son propias de las manifestaciones y las protestas en la calle y no de un ámbito tan formal y regulado como un foro político institucional: lo que están intentando hacer esos diputados blandiendo sus pancartas ante las cámaras de televisión es romper el orden preestablecido de expresión de opiniones y conseguir más difusión para sus ideas.
 

  1. Descubrir las interconexiones. Responde a estas preguntas: ¿qué ideas, conceptos o fragmentos de otros autores y textos se citan?, ¿qué autores y textos (sobre el mismo tema) se ocultan?, ¿por qué?
    Ningún escrito es nunca el primero. Cada texto debe considerar de algún modo u otro los escritos que le precedieron, en forma de referencias, citas explícitas o implícitas, voces de otros autores, etc. Un procedimiento para descubrir las intenciones del autor y sus puntos de vista consiste precisamente en darse cuenta de los textos previos que incorpora y de los que oculta (y de la ideología de estos otros textos). Fíjate en estos procedimientos para incorporar autores, textos e ideas previas (a partir de Reyes, 1993-1994):

 

PROCEDIMIENTOS PARA INCORPORAR VOCES EN EL DISCURSO
Tipo Ejemplos Características
Estilo directo La abogada afirmó: “esta nueva norma no facilitará la tramitación de mi caso”. Reproduce las palabras originales de modo fiel; es una reconstrucción literal.
Estilo indirecto La abogada afirmó que aquella nueva norma no facilitaría la tramitación de su caso. Modifica el original (esta / aquella; facilitará / facilitaría, nuestro/su) para adaptarlo al nuevo discurso; es una paráfrasis.
Mezcla de estilo directo e indirecto La abogada afirmó que “esta nueva norma” no facilitaría la tramitación de su caso. Reproduce literalmente algunos vocablos originales, manteniendo el estilo indirecto.
 Estilo indirecto encubierto Encontré a la abogada ayer en aquel acto. La conferencia se alargó mucho, pero pude hablar con ella al final un momento. La nueva norma no facilita la tramitación del caso. Se omite el marco de la cita: la abogada afirmó. Lo citado queda camuflado dentro del discurso. Hablando, la última frase se diría con entonación especial.
Verbos y adverbios de evidencia Parece que la nueva norma no facilita la tramitación del caso. Por lo visto la nueva norma no... Parece que y por lo visto indican que el autor no se responsabiliza de lo que dice, que toma la opinión de otra persona (la abogada).
Palabras especiales

Pero dejaron entrar a la discoteca a todos los paios.

 

Compró el terreno un wingka de Temuco.

Paio es cómo los gitanos denominan a los que no son de su etnia. Wingka es cómo los mapuches se refieren a los otros, sobre todo a los chilenos no mapuches (originalmente significaba ladrón o pillo). Estos vocablos delatan el punto de vista gitano o mapuche de estos fragmentos.
Eco irónico ¡Qué bueno! La nueva norma no facilita las cosas... Se reproducen las palabras para significar lo contrario: ¡qué bueno! = ¡fatal!

 

  1. Identificar acuerdos y desacuerdos. Relee el texto oración por oración y compara lo que se dice con lo que tú crees. Marca con un signo de sumar (+) los puntos en que estés de acuerdo y con un signo de restar (-) los puntos en que discrepes. ¿Cuántos + y cuántos - has anotado? ¿Estás de acuerdo o no con el autor?
    Leer no significa creerse todo lo que dicen los textos, aceptarlo ciegamente o asumir que es la única Verdad con mayúsculas. Los escritos también se equivocan, son parciales e incluso interesados y manipuladores. Por ello es conveniente tomar conciencia de lo que pensamos nosotros sobre lo que dice el autor en su texto.
     
  2. Dialogar con otros lectores. Habla con otros lectores del texto: tus colegas de clase, tus amigos, tus familiares. Dales el texto para leer y pregúntales: ¿qué te parece?, ¿cómo lo interpretas?, ¿estás de acuerdo?, ¿por qué? Intercambia tus opiniones con ellos y escúchales.
    Hay muchas interpretaciones posibles de un texto, aunque no todas tienen el mismo grado de coherencia o plausibilidad. Al hablar con otros lectores, que han entendido el texto desde otras perspectivas, enriquecemos nuestros puntos de vista con los suyos, podemos alcanzar “una interpretación más social”, que permite entender mejor los efectos que provoca un escrito en nuestro contexto social.
     
  3. Decidir qué haces después de leer. Responde a estas preguntas: ¿qué vas a hacer después de leer el texto?, ¿vas a replicar?, ¿vas a hacer otra cosa?, ¿por qué?
    Leer también es aprender a utilizar los textos en el día a día para vivir mejor: la comprensión es solo un paso intermedio para pasar luego a escribir, a hablar, a ejecutar otras tareas. Si leemos las bases de un concurso es para presentarnos e intentar ganarlo; si leemos una noticia es para informarnos y participar en un debate; si leemos el libro de texto es para preparar un trabajo o un examen y obtener buenas notas. A menudo leer es solo una parte de la actividad social o académica que debemos realizar y es conveniente que sepamos relacionar la lectura y la comprensión con el resto de tareas.

Epílogo

En definitiva, hoy leer es más complejo y variado que antes, porque leemos textos mucho más diversos, escritos por personas diferentes a nosotros, que proceden de otras culturas del planeta. Por ello, tenemos que estar preparados para leer “entre líneas” o “detrás de las líneas”, para ir a buscar sus intenciones y para intentar entender sus puntos de vista. Ya no basta con comprender las ideas literales o principales: debemos ser capaces de retratar al autor, de identificar el género discursivo, de detectar las conexiones con otros textos, etc. Solo de este modo podremos valorar la credibilidad y el interés de un texto, podremos relacionarlo con nuestros puntos de vista y transformarlo en conocimiento.

Leer críticamente requiere forzosamente este proceso de comprender, relacionar lo comprendido con nuestros conocimientos personales y elaborar una nueva visión de la realidad más completa, madura y amplia.

Este texto es una colaboración de Daniel Cassany

 
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