Rutinero

Cuando pongas tu beso en mis palmas
voy a regarlo sobre la tierra para que germine
y tendremos entonces los frutos como sonrisas de árbol.
Un círculo de luz era el árbol,
una esfera de fuego su fruto.
Nos comimos los días traviesos
madurados como astros pequeños.
Mi madre y yo vimos un huerto en la luna;
con los frutos más hermosos se alimentaba la noche.