Faina y Damián son dos adolescentes que se hacen amigos nada más conocerse y juntos quieren descubrir los misterios que oculta una cueva de las Palmas de Gran Canaria. Allí se encontrarán con dos fantasmas: Texama, que ha defendido la isla del ataque de los conquistadores españoles, y Vivaldo, que ha luchado en el otro bando. Ambos se hacen también amigos, y junto a los chicos reflexionan sobre lo poco que ha progresado el ser humano en el tiempo transcurrido, ya que sigue provocando guerras y atentando contra la naturaleza. Faina y Damián son dos adolescentes que se hacen amigos nada más conocerse y juntos quieren descubrir los misterios que oculta una cueva de las Palmas de Gran Canaria. Allí se encontrarán con dos fantasmas: Texama, que ha defendido la isla del ataque de los conquistadores españoles, y Vivaldo, que ha luchado en el otro bando. Ambos se hacen también amigos, y junto a los chicos reflexionan sobre lo poco que ha progresado el ser humano en el tiempo transcurrido, ya que sigue provocando guerras y atentando contra la naturaleza.

La cueva de Pim Pam

Le encantaban los sitios nuevos, saberse perdida por un momento y convertir un espacio pequeño en un universo. Sin duda, aquella no era su habitación. Salió al corredor, su madre la había dicho: «Es grande y coqueta, con un ropero blanco de pomos dorados». Entró en la contigua, que compartía pared con pared con la que supuso sería para papá y mamá. Un ventanal amplio dominaba la estancia junto a un ropero blanco de pomos dorados.
–¡Qué bonito!
Su mirada recorrió veloz el perímetro y se centró en la ventana. Podía ver la ciudad ahí abajo, dominada por el mar y el puerto. Recordó haber oído decir a su abuelo: «Hay canarios que miran el mar y se asustan...»