Contemplar las estrellas es algo maravilloso, pero ¿y si alguien nos contemplara también a nosotros? Varios animales de una laguna se hacen preguntas sobre las estrellas, sobre el sentido de la vida, sobre si esta es posible en otro mundo; y piensan en la huella que dejarán cuando ya no estén. Mediante una abducción y un inesperado viaje intergaláctico, el autor pone en boca de dichos animales importantes reflexiones filosóficas y se acerca a lo desconocido planteando la posibilidad de que haya vida inteligente en el espacio exterior. Contemplar las estrellas es algo maravilloso, pero ¿y si alguien nos contemplara también a nosotros? Varios animales de una laguna se hacen preguntas sobre las estrellas, sobre el sentido de la vida, sobre si esta es posible en otro mundo; y piensan en la huella que dejarán cuando ya no estén. Mediante una abducción y un inesperado viaje intergaláctico, el autor pone en boca de dichos animales importantes reflexiones filosóficas y se acerca a lo desconocido planteando la posibilidad de que haya vida inteligente en el espacio exterior.

La laguna luminosa

En la calma de una agradable noche de verano, bajo una luna llena que parecía una moneda de luz flotando en el espacio, un sapo y una rana conversaban junto a la laguna donde vivían.
–¿Has visto cuántas y cuántas estrellas? –dijo el sapo, después de haber estado un buen rato mirándolas–. Es imposible contarlas. No sé cómo puede haber tantas.
–Son ascuas de luz que nunca se apagan –dijo la rana.
–¿Y si soplásemos? –bromeó el sapo.
–Aunque apagáramos alguna –dijo ella siguiendo la broma–, no iba a notarse.