He aquí la historia de un caracol trotamundos sin ánimo de serlo. Y es que las cosas no pasan hasta que pasan y las casualidades existen. A ver quién se atreve a apostar que la historia del caracol del señor Garrigós, por extraña que parezca, por absurda y divertida, no pueda ser, al mismo tiempo, totalmente verídica. Un extraño cuento de fantasía y aventuras que provoca una larga sonrisa y mantiene una prolongada intriga hasta descubrir, si es que al final nos importa, por qué este caracol español se despertó en una acera de Nueva York. He aquí la historia de un caracol trotamundos sin ánimo de serlo. Y es que las cosas no pasan hasta que pasan y las casualidades existen. A ver quién se atreve a apostar que la historia del caracol del señor Garrigós, por extraña que parezca, por absurda y divertida, no pueda ser, al mismo tiempo, totalmente verídica. Un extraño cuento de fantasía y aventuras que provoca una larga sonrisa y mantiene una prolongada intriga hasta descubrir, si es que al final nos importa, por qué este caracol español se despertó en una acera de Nueva York.

El caracol del señor Garrigós

Sin saber cómo ni por qué, el caracol que vivía en el geranio de la ventana del señor Garrigós apareció en Nueva York. Esto no llamaría la atención si dicha ventana también estuviera en Nueva York o en los alrededores; pero como no era el caso, porque la ventana estaba a orillas del Mediterráneo, en Alicante, España, pues la llama.
El señor Garrigós y el caracol se conocieron en el campo una mañana brumosa: ambos lo recordaban como si fuera ayer.