Publicada en 1959, La piqueta nos acerca -en consonancia con el género al que se adscribe, el realismo social, de gran predicamento en la España de los cicnuenta y los sesenta- a la cotidianidad de uno de los barrios más humildes de Madrid, lugar de asentamiento de la población que emigraba del campo a la ciudad huyendo de la escasez de medios y oportunidades. Aunque se trata de una novela de regusto coral, retrata la peripecia de la joven  Maruja, desempleada, sin cualificación y residente en la chabola que su familia ha construido para instalarse en la zona, que acaba de 'ponerse de novia' (sic) con Luis, un mecánico de su barrio, y que contempla con pesimismo su situación y la de los suyos, a punto de ser desahuciados de la casucha en que viven, pues hay una orden de derribo al tratarse de una construcción ilegal. El drama de la pobreza, de los espacios de analfabetismo y exclusión, de vidas sórdidas donde apenas caben pequeños atisbos de belleza e ilusión, es narrado con un estilo que fusiona, paradójicamente, una perpectiva que busca ser desapasionadamente objetiva y una propuesta ética comprometida con los desfavorecidos, pues se trata de una literatura crítica con un sistema político, social y económico que -incluso en la España que iniciaba el Desarrollismo- no favorece el ascenso de los humildes, perpetuando así la desigualdad de origen. Retrato de un Madrid y de unas vidas tristes, sin brillo, justicia ni esperanza.

Publicada en 1959, La piqueta nos acerca -en consonancia con el género al que se adscribe, el realismo social, de gran predicamento en la España de los cicnuenta y los sesenta- a la cotidianidad de uno de los barrios más humildes de Madrid, lugar de asentamiento de la población que emigraba del campo a la ciudad huyendo de la escasez de medios y oportunidades. Aunque se trata de una novela de regusto coral, retrata la peripecia de la joven  Maruja, desempleada, sin cualificación y residente en la chabola que su familia ha construido para... Seguir leyendo