Con una buena ambientación histórica (salvo algún detalle), Kevin Crossley-Holland nos traslada a la Inglaterra de finales del siglo XII. La novela está estructurada en pequeños capítulos, escritos a modo de diario, en los que Arturo, un chico de trece años, relata sus vivencias, sus deseos y sus temores. El autor consigue plasmar el transcurrir de la vida cotidiana en un feudo medieval, al tiempo que centra la atención del lector en la historia particular del protagonista y en el reflejo de su vida en otro personaje, de igual nombre y apariencia, a través de una piedra mágica. Con una buena ambientación histórica (salvo algún detalle), Kevin Crossley-Holland nos traslada a la Inglaterra de finales del siglo XII. La novela está estructurada en pequeños capítulos, escritos a modo de diario, en los que Arturo, un chico de trece años, relata sus vivencias, sus deseos y sus temores. El autor consigue plasmar el transcurrir de la vida cotidiana en un feudo medieval, al tiempo que centra la atención del lector en la historia particular del protagonista y en el reflejo de su vida en otro personaje, de igual nombre y apariencia, a través de una piedra mágica.

Arturo. La piedra de la leyenda

Tumber Hill es la loma que me llama y por la que corro. A veces, cuando estoy en la cima, me lleno los pulmones de aire y grito. Grito.
Ante mí se extiende la mitad del mundo. Abajo, casi a mis pies, veo nuestro feudo, la bandera escarlata ondeando al viento, la hilera de colmenas más allá del pomar, el arroyo resplandeciente.