Aunque el invierno hace tiempo que ha terminado, Montaña mantiene la vestimenta que ha lucido a lo largo de los últimos meses, un manto blanco que impide germinar los frutos y la llegada de la primavera. Lena, decidida a incentivar ese cambio (por el bien de su propia supervivencia), lucha contras las inclemencias para tratar de convencer a la cordillera, algo solo posible a través de un ritual que desarrolla con sensibilidad y paciencia, con la complicidad de fauna y flora, y que se repite desde entonces cada año. ¿Notas la brisa cálida? Texturas de cera en escenarios difuminados, tal vez por ese viento, para representar la transformación del paisaje, una metáfora con la que Nanen García-Contreras recrea un universo regido por las emociones.

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Aunque el invierno hace tiempo que ha terminado, Montaña mantiene la vestimenta que ha lucido a lo largo de los últimos meses, un manto blanco que impide germinar los frutos y la llegada de la primavera. Lena, decidida a incentivar ese cambio (por el bien de su propia supervivencia), lucha contras las inclemencias para tratar de convencer a la cordillera, algo solo posible a través de un ritual que desarrolla con sensibilidad y paciencia, con la complicidad de fauna y flora, y que se repite desde entonces cada año. ¿Notas... Seguir leyendo