La magia del grial
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El monstruo era rápido. A pesar de su enorme tamaño, se movía tan ágil como una comadreja y a sus negros, pérfidos y relucientes ojos no escapaba el más mínimo movimiento de su víctima. Sus dientes brillaban como puñales afilados y sus espeluznantes garras se hundían en el blando suelo del bosque mientras se disponía a saltar.