Escritora, pero también profesora de arte, traductora y viajera incansable, Cristina Cerezales, hija de la inolvidable Carmen Laforet, bebe de sus propias experiencias para configurar un relato singular en el que cuenta, sirviéndose de una prosa que navega a medio camino entre la fantasía y la realidad, historias ideadas por una abuela que, en obligada soledad ante la lejanía de hijos y nietos, traza una senda escrita que desearía que siguieran sus seres queridos. El camino tiene como fin la adquisición de la verdadera sabiduría, objetivo enfocado desde una óptica cercana a la disciplina zen, y que aboga por preceptos básicos como la convivencia y la buena armonía, en detrimento de la violencia y la falta de empatía. En ese ideario recuerda también la importancia de las plantas, de los animales, de todos aquellos elementos con los que convivimos en la naturaleza y que muchas veces son obviados en nuestra vida cotidiana. Una sutil fábula llena de simbolismos que invita a exprimir al máximo la imaginación de los lectores infantiles. Editado con gusto e ilustrado por otro miembro de la saga (a través de una serie de láminas, tanto en color como en blanco y negro, que evocan ese camino), supone un original planteamiento con respecto a otros libros de aventuras, además de rendir un merecido homenaje a todas las abuelas que han alimentado generación tras generación el gusto por la lectura entre los niños.

Escritora, pero también profesora de arte, traductora y viajera incansable, Cristina Cerezales, hija de la inolvidable Carmen Laforet, bebe de sus propias experiencias para configurar un relato singular en el que cuenta, sirviéndose de una prosa que navega a medio camino entre la fantasía y la realidad, historias ideadas por una abuela que, en obligada soledad ante la lejanía de hijos y nietos, traza una senda escrita que desearía que siguieran sus seres queridos. El camino tiene como fin la adquisición de la... Seguir leyendo