El flautista de Hamelín

Una vez, la ciudad de Hamelín se vió invadida por una plaga de ratas.
Unas eran grandes como conejos. Otras tenían unos bigotes más largos que un día sin pan. Las había también de color negro, de un negro que asustaba con sólo mirarlo. Y las menos eran pequeñajas, pero más feas que el demonio más horrible.
Se metían por todas partes: en la cocina, entre la comida, dentro de la cama, bien calentitas...