Montañas de fuego

Habían pasado las 11 de la noche; la mayoría de las 25.000 personas que vivían en Armero estaban acostadas, aunque muchos estaban demasiado asustados como para poder dormir. Al caer la tarde habían escuchado unos estruendos amenazadores del elevado Volcán Ruiz, de cumbre glaciada, y una ligera lluvia de cenizas había envuelto la ciudad. Después, según lo describió un superviviente, “el mundo chilló”.