El Libro de las Estrellas II. El Señor Sha

Guillemot se apresuraba por el camino que utilizaban varias veces al día los briosos caballos de los Caballeros del Viento. Empezaba el otoño, y el brezo de la landa de los korrigan iba adquiriendo tonos melancólicos. El invierno sería duro...
Con grandes zancadas, Guillemot se dirigía al castillo de Bromotul, la fortaleza que hacía las veces de escuela de la Cofradía