Una alarma convoca a todas las letras del abecedario a primera hora de la mañana. Sin tiempo casi para reaccionar, la A avisa de la presencia de un horrible y monstruoso ser que tiene el objetivo de devorar el abecé al completo. El pánico genera diversas reacciones entre las protagonistas y un aluvión de posibles soluciones para evitar la tragedia. ¿Qué será de los humanos? ¿Cómo escribirán las cartas, los libros, las redacciones que encargan en el colegio? ¿Es mejor huir y pensar solo en ellas mismas? La Z, la más veterana, sugiere un plan de acción basado en su experiencia (ya venció a esa criatura espectral cuando solo era una minúscula). Este solo se alimenta de faltas de ortografía, palabras mal utilizadas, abreviaturas absurdas, acentos mal puestos... Así que para solucionar el problema es precisa la colaboración de los niños y niñas, que deben cuidar la escritura. Para llamar su atención cada una escribe una misiva a los más pequeños, textos en los que se refleja la verdadera personalidad de cada símbolo. ¿Habrá respuesta de los infantes antes de que empiece la escabechina? Una divertida propuesta para reforzar el aprendizaje de las reglas ortográficas y gramaticales que humaniza a los grafemas para barnizar de humor el argumento. Las ilustraciones, letras con gestos y expresiones caricaturescas, están firmadas por la reconocida artista Neus Caamaño, de cuya obra hemos hablado en numerosas ocasiones en Canal Lector.
Una alarma convoca a todas las letras del abecedario a primera hora de la mañana. Sin tiempo casi para reaccionar, la A avisa de la presencia de un horrible y monstruoso ser que tiene el objetivo de devorar el abecé al completo. El pánico genera diversas reacciones entre las protagonistas y un aluvión de posibles soluciones para evitar la tragedia. ¿Qué será de los humanos? ¿Cómo escribirán las cartas, los libros, las redacciones que encargan en el colegio? ¿Es mejor huir y pensar... Seguir leyendo
La rebelión de las letras

¡Monstruo!
Para las letras del abecedario, aquella no era una mañana como las demás. La alarma que avisaba de "cosas alarmantes, espantosas y superpreocupantes" había sonado muy temprano y las letras se habían levantado de la cama de un salto.
No habían tenido tiempo ni para lavarse la cara. Las más perezosas bostezaban sin saber qué estaba pasando y por qué narices la A las había reunido a esas horas.